El papa Francisco lavó los pies de 12 prisioneros el jueves y los exhortó a servirse el uno al otro como hermanos, al iniciar los solemnes rituales previos a la Pascua que este año fueron más emotivos tras el incendio que quemó parcialmente la catedral Notre Dame en París.
Francisco viajó a una prisión en Velletri, en las afueras de Roma, para el tradicional servicio religioso de Jueves Santo, que representa el pasaje bíblico de Jesús lavando los pies de sus discípulos.
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La ceremonia da inicio al periodo más solemne en el calendario litúrgico católico, que continúa con la conmemoración de la crucifixión de Cristo el Viernes Santo y su resurrección en Pascua.
Con frecuencia, el pontífice ha realizado la ceremonia del Jueves Santo en prisiones para reforzar su mensaje de que, incluso las personalidades más importantes deben estar a disposición de los más marginados.
“El obispo no es el más importante. El obispo es quien debe ser más servicial”, dijo Francisco.
Dirigiendo su mensaje a los mismos prisioneros, Francisco los exhortó a no intentar dominarse entre ellos y hacer de sus peleas mutuas una “cosa efímera”.
“El más grande deberá servir al más pequeño. Aquel que se sienta el más grande deberá ser un servidor”, dijo Francisco. “Que este gesto que acabo de hacer nos ayude a ser más serviciales los unos con los otros, más amigables, hermanos en servicio”.
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Tras su mensaje, prosiguió a lavar, secar y besar los pies de los reclusos: nueve italianos, uno de Brasil, otro de Costa de Marfil y el último de Marruecos. Francisco, que sufre de ciática, pidió ayuda de sus asistentes para pararse y arrodillarse ante cada prisionero.
Este año, los últimos días de la Semana Santa han sido particularmente relevantes tras el incendio en Notre Dame, un símbolo del catolicismo en Francia.