Querid@s diasporricans:
Un reciente reportaje dice que, en Puerto Rico, desde septiembre de 2018 para acá, los empleos a tiempo completo se están perdiendo y los empleos a medio tiempo ganando terreno. Esto significa que, cada vez más, las condiciones de trabajo para los que nos quedamos en la isla se empeoran. Los empleos a medio tiempo no brindan beneficios, como plan médico, plan de retiro, maternidad con paga, entre otros. Son condiciones de empleo en precario con las cuales se hace muy difícil “echar p’alante.” Los jóvenes que no tenemos beneficios laborales no podemos comprar casa, planificar una familia y tomar decisiones de vida que hasta hace poco eran comunes. Así las cosas, el éxodo de la isla para buscar una mejor vida siempre está ahí como una opción latente y abierta.
PUBLICIDAD
Por los pasados años, cientos de miles de puertorriqueños y puertorriqueñas han tomado la sabia decisión de irse a buscar una mejor vida y mejores empleos fuera de Puerto Rico y es a ellos y a ellos a quienes les dirijo esta columna. Primero, les quiero dar las gracias. Gracias por ser valientes y demostrarnos que se puede abrir camino en lugares ajenos y lejos de casa. Muchas veces, a los que nos quedamos en la isla nos invade el miedo a lo desconocido y preferimos seguir aquí “bregando” con el subempleo y el desempleo antes que brincar el charco. Pero ustedes nos han demostrado que el miedo se puede vencer y que ese charco no es tan grande na’.
Segundo, les quiero pedir disculpas. Desde hace unos días, veo que en las redes sociales se discute si la diáspora puertorriqueña debe opinar o no en los asuntos diarios que aquejan a Puerto Rico. Ha sido desafortunado ver como algunos que viven en la isla han entrado en guerras virtuales con otros puertorriqueñas y puertorriqueñas que han tenido que abandonar el país y que, como muchos opinan, más bien han sido expulsados. No entiendo del todo cómo surgió la controversia, pero lo que sí me queda claro es que nunca debió haber ocurrido. Estoy segura de que los y las boricuas que ahora viven en Estados Unidos y otros países extrañan cada día de su existencia la tierra que los vio nacer. Precisamente, por ello tienen todo el derecho de opinar, porque, seguramente, la gran mayoría quiere regresar. Vivir lejos de la familia y de la cultura de uno siempre es duro y complejo. Para mí es completamente lógico entender que la diáspora busque incansablemente mantenerse al día con lo que pasa en esta isla bendita, pues es la forma natural de sentirse conectado con casa y de achicar un poco la distancia. Escuchar música boricua, leer los periódicos de aquí, ver videos de Youtube producidos en la isla y hasta escuchar podcasts producidos por boricuas son unas de las varias formas de olvidarse de que afuera hay nieve e imaginar por un segundo que estás en la playa bebiéndote una Medalla feliz con tus panas.
Tercero, ¡les quiero volver a dar las gracias! Gracias por consumir y apoyar a todos los que estamos en la isla produciendo contenido para y por ustedes. Cuando empezamos el podcast Puestas pa’l Problema, el mayor apoyo que recibimos fue precisamente el de la diáspora. Ustedes creyeron más en nosotras de lo que nosotras creíamos en nosotras mismas. Si no fuera por ustedes, con toda probabilidad nos hubiésemos quitado hace tiempo. Gracias por comprar por internet productos locales, por donarles a las sin fines de lucro boricuas y por involucrarse en la política y alzar el nombre de Puerto Rico en alto. Pero sobre todo, gracias por ser nuestra voz cuando acá estábamos a oscuras y se nos moría el país. Sin ustedes, el mundo nunca se habría enterado de lo que realmente pasaba pos-María. En fin, querida diáspora, gracias infinitas por todo y, por favor, nunca nos abandonen. Acá la cosa sigue dura y ustedes son nuestro motor. Esperamos con ansias el día que podamos tenerlos de regreso en casa.
Con cariño,
Renata