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Obispo de Arecibo condena prohibición a “terapias reparativas”

Además condena veto del gobernador a proyecto 950 sobre el aborto

El obispo de Arecibo, monseñor Daniel Fernández Torres, reiteró el sábado su indignación en torno al veto al Proyecto del Senado 950, que intentó restringir el aborto en las menores de edad en Puerto Rico, y a la orden ejecutiva gubernamental que prohíbe las “terapias reparativas”.

Las declaraciones del Obispo se dieron en medio de la Gran Convocatoria que se llevó a cabo hoy en las escalinatas del lado Norte del Capitolio, realizada por diferentes organizaciones ciudadanas y de base de fe.

En su intervención, el Obispo arecibeño declaró que “venimos hoy aquí a defender la vida y a defender el derecho natural de los padres a ser los primeros educadores de sus hijos. Principios no negociables. En esta mañana volvemos a alzar la voz por aquellos cuyos gritos silenciosos no pueden ser escuchados, pues, dice Dios, ‘Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo’…. Cada niño abortado ante la frialdad de los ‘pilatos modernos’, que se lavan las manos con cobardes excusas, llamando ‘derecho’ a lo que jamás podrá serlo, clama ante nuestras conciencias”.

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Sobre la orden ejecutiva gubernamental que prohibió las intervenciones consideradas bajo la definición de “terapia reparativa”, afirmó que “los hijos no son propiedad del Estado. La familia existe antes que el Estado y debe ser respetada por el Estado”.

“Se atenta contra el derecho natural de los padres a educar a sus hijos cuando no se quiere aprobar ni siquiera que las menores de edad requieran el consentimiento de sus padres para abortar. Se atenta contra el derecho natural de los padres a educar a sus hijos cuando se prohíbe que un padre busque una ayuda para su hijo que no contradiga las más profundas convicciones de fe de esa familia. El estado no puede sustituir a los padres, ni convertirse en el enemigo de los padres que se preocupan por los hijos. Eso sería una dictadura. El papel del estado con la familia debe ser bajo el principio de subsidiariedad, para ayudar, no para sustituir, ni contradecir o imponer ideas contrarias a los valores de los padres”, prosiguió.

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