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Opinión: El PPD y los derechos de la mujer

Lea la opinión de Lara Mercado

Sila María Calderón

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El caucus del Partido Nuevo Progresista en el Senado se ha trancado en 19 de los 20 votos necesarios para poder irse por encima del veto del gobernador Rosselló al Proyecto del Senado 950, que busca restringir el derecho de las mujeres, particularmente jóvenes, a acceder a un aborto seguro. Ante este tranque, el presidente del Senado Thomas Rivera Schatz ha descartado buscar fuera de su caucus ese voto que le hace falta.

Sin embargo, los promotores de esta medida se están moviendo activamente en búsqueda de conseguir el voto en las minorías del Senado. Ante esto, algunas voces han comenzado a discutir la posibilidad de que algún miembro de la delegación del Partido Popular Democrático se preste para darle paso al proyecto por encima del veto del ejecutivo.

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Esta situación me afecta doblemente. En primer lugar, como mujer, me aterra la posibilidad de que una medida que restringe los derechos reproductivos de las mujeres pueda estar tan peligrosamente cerca de aprobarse. Como popular, me afecta que se piense que alguien de nuestra delegación pueda considerar prestarse para jugar el juego de la mayoría legislativa y no solo lograr aprobar esta medida, sino también abrirle la puerta a una peligrosa corriente de conservadurismo legislativo que, en algunos estados más conservadores de los Estados Unidos, es la orden del día.

A los populares, legisladores y militantes, les recuerdo que nuestro Partido, por más que quieran decirnos de afuera que somos más de lo mismo y que no nos diferencia nada del PNP, es diferente ideológicamente y tiene un historial de compromiso con la mujer, así como con otras comunidades tradicionalmente reconocidas como minorías.

Comencemos por mencionar que el PPD fue el primer partido con una mujer candidata a la gobernación, Victoria Muñoz Mendoza, en 1992 y, finalmente, la primera gobernadora de Puerto Rico, Sila María Calderón, electa en 2000.

Por otro lado, hoy firmo estas palabras con el nombre con el que me registraron mis padres al nacer y no con el que hubiese tenido que aceptar al casarme, ya que en 1973, una senadora popular, Velda González, propuso que las mujeres debían tener el derecho a conservar su propio apellido. Finalmente, esa idea tan sencilla pero tan revolucionaria se convirtió en ley, derogando así el Artículo 94 del Código Civil de 1930.

La senadora González, además, fue autora de la Ley 54 de 1989, que conocemos como la Ley de Violencia Doméstica para promover la prevención y proveer herramientas para las víctimas de este terrible mal, que históricamente afecta, en su mayoría, a mujeres. Los números de la Policía de Puerto Rico indican que cerca de un 80 % de las victimas atendidas en 2018 eran mujeres.

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El Partido Popular, además, legisló para eliminar la discriminación laboral por razón de orientación sexual y llevó al primer funcionario electo abiertamente homosexual a ocupar una silla en la Legislatura Municipal de la capital, a tener en su papeleta legislativa al primer candidato gay a la Cámara de Representantes, además de tener a un secretario de gabinete homosexual y a nombrar a una jueza presidenta del Tribunal Supremo lesbiana.

El Partido Popular no es lo mismo que el PNP. El Partido Popular Democrático ha actuado con pasos afirmativos hacia la equidad y, aunque reconozco que nos queda camino en muchos ámbitos, hoy tenemos una sociedad más justa e inclusiva por importantes contribuciones de populares dispuestos a defender los derechos de todos los seres humanos. Es por eso que reitero la importancia de cerrarle el paso a este terrible atentado contra los derechos reproductivos de las mujeres y caminar juntos hacia un futuro en el que se nos reconozcan más derechos a todas y todos.

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