La “madre de todas las caravanas” que se esperaba que saliera de América Central partió el sábado y parecía más bien algo así como el bebé de todas las caravanas: un grupo de unos 40 migrantes salió el sábado hacia Estados Unidos desde la capital de El Salvador.
No quedó claro de inmediato si planeaban reunirse con otros migrantes de Guatemala y Honduras, pero el gobierno hondureño ha negado que se esté formando otra caravana de migrantes desde su país.
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En un comunicado el viernes, la ministra de Relaciones Exteriores de Honduras, María Dolores Agüero, opinó que tales afirmaciones podrían en realidad estimular a los futuros migrantes a reunirse en grupos más grandes.
“Sugiero respetuosamente que, al contar con información de este tipo, sea compartida con el Gobierno de Honduras, previo a realizar declaraciones públicas que, como hemos comprobado, se convierten finalmente en estímulos detonantes de acción por parte de las organizaciones que activan y conducen estas formas de movilización migratoria”, expresó Agüero.
Días atrás, la secretaria de Gobernación (Interior) de México, Olga Sánchez Cordero, dijo que se podría estar formando una caravana de migrantes de América Central con más de 20.000 personas y se comprometió a formar una línea de “contención” alrededor del Istmo de Tehuantepec en México para impedir que los migrantes continúen hacia el norte.
Sin embargo, los temores de que se forme una caravana más grande y el prometido despliegue de la policía federal en México sólo parecen haber devuelto el tema de la inmigración a la agenda nacional de Estados Unidos.
El Departamento de Estado de Estados Unidos anunció que estaba recortando la ayuda a El Salvador, Honduras y Guatemala, mientras el presidente Donald Trump acusó a sus líderes de no hacer “nada” para impedir la inmigración ilegal a Estados Unidos.
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Trump también dijo que es probable que ordene un cierre de la frontera sur de Estados Unidos la próxima semana, a menos que las autoridades mexicanas detengan inmediatamente toda la inmigración ilegal. Opinó que sería “muy fácil” detener a los migrantes que pasan por el país en un intento por entrar a Estados Unidos.
El cierre de la frontera sería un golpe duro, tanto para México como para Estados Unidos.
Estados Unidos y México comercian alrededor de 1.700 millones de dólares diarios en bienes, por lo que un cierre de la frontera sería “una debacle económica absoluta” que amenazaría a 5 millones de empleos estadounidenses, según la Cámara de Comercio de Estados Unidos.
México parece estar cansado de las caravanas y deseoso de no enfadar a Estados Unidos.
El gobierno mexicano ha dejado de conceder visas humanitarias a los migrantes en la frontera, y muchos pueblos a lo largo de la ruta muy transitada a la Ciudad de México ya no permiten que las caravanas pasen la noche en ellos. También son menos los ciudadanos particulares que ofrecen comida y transporte a los viajeros cansados.
Vicki Gass, asesora principal de políticas para América Central y México de la organización benéfica Oxfam, dijo el sábado en un comunicado que suspender la ayuda estadounidense a El Salvador, Guatemala y Honduras exacerbaría el problema.
“Suspender la ayuda externa a Centroamérica es lo último que el gobierno de Trump debería hacer ahora. No sólo es moralmente incorrecto, sino que también contrarresta los esfuerzos para abordar las causas fundamentales de la migración”, añadió.