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Brasil: Aumentan a 65 los muertos por derrumbe de presa

279 personas continúan desaparecidas

Brasil AP

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Los bomberos brasileños y los rescatistas israelíes se movían cuidadosamente el lunes sobre espeso lodo en busca de sobrevivientes o cadáveres, cuatro días después de la ruptura de un dique que sepultó los edificios de una mina y barrios colindantes con relave de mineral de hierro.

La cifra confirmada de muertos subió a 65, con 279 desaparecidos, dijo el teniente coronel Flavio Godinho, del departamento de defensa civil del estado suroccidental de Minas Gerais, donde se ubica la presa.

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Horas antes las autoridades dijeron que se prevé que la cifra de víctimas aumente “exponencialmente” después de que nadie fue hallado con vida el domingo, una diferencia notable con respecto a los dos primeros días, cuando los helicópteros sacaron a personas del lodo.

El avance extremadamente lento de las tareas de rescate se debía al peligroso mar de lodo rojizo que cubrió el área al derrumbarse el dique el viernes por la tarde. El lodo tiene hasta 8 metros (24 pies) de profundidad en algunas partes, y para evitar hundirse en él los socorristas tenían que caminar cuidadosamente por los bordes o gatear lentamente.

Las cuadrillas de rescate se enfocaron el lunes en áreas donde estaban un autobús sumergido en el lodo y la cafetería de Vale, en la que empleados de la compañía almorzaban al momento en que el dique se reventó. Vale SA es la productora de mineral de hierro más grande del mundo, la materia prima en la fabricación del acero. Las acciones estadounidenses de la compañía se desplomaron el lunes 18% en la Bolsa de Valores de Nueva York.

Los helicópteros despegaban y aterrizaban sin cesar, yendo en búsqueda de sobrevivientes. En tierra las cuadrillas de rescate con perros adiestrados revisaban los montículos de lodo. Periodistas de The Associated Press vieron cómo un helicóptero sacó a tres personas y las llevó al centro de búsqueda. Más de 100 israelíes equipados con tecnología de rescate se unieron a más de 200 bomberos brasileños en las labores.

El lodo parecía estarse secando en algunas áreas, lo que pudiera ayudar a los bomberos a llegar a zonas que previamente no podían alcanzar. Aun así, el proceso sigue siendo lento, los residentes estaban ansiosos y algunos comenzaron a buscar por su cuenta.

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Un sacerdote católico de una iglesia que está siendo utilizada como centro de comando para las cuadrillas de rescate dijo que se cree que muchos de sus feligreses están enterrados en el fango.

“Será difícil reconstruir nuestros corazones”, dijo el sacerdote, René López. “Esto no tomará un mes ni un año. Es una herida abierta para toda la gente de Brumadinho”.

Durante el fin de semana aumentó la indignación contra Vale, que operaba la mina, y surgieron cuestionamientos sobre la falta de un sistema de alarma.

“La compañía no cuidó a la gente”, dijo Josefa de Santos, que tiene amigos y vecinos entre los desaparecidos. “Escuché los gritos de la gente pidiendo ayuda, todo el mundo corría y gritaba. La sirena no sonó, fue todo horrible”.

En un correo electrónico, Vale le dijo a la AP que hay ocho sirenas en el área, pero “la velocidad con que ocurrieron los hechos imposibilitó accionar la alarma”.

El senador Renan Calheiros pidió la renuncia de la junta directiva de Vale, y la fiscal general Raquel Dodge dijo a los reporteros que podría responsabilizarse a los directivos de la compañía.

Durante el fin de semana, los tribunales congelaron unos 3.000 millones de dólares en activos de Vale, y le ordenaron a la empresa revelar qué planes tiene para ayudar a las víctimas.

La cubierta de residuos mineros también generó temores de una extensa contaminación ambiental y degradación.

Según el sitio web de Vale, los residuos se componen principalmente de arena, que no es tóxica. Pero un reporte de las Naciones Unidas reveló que los residuos de un desastre similar ocurrido en Brasil en 2015 “contenían altos niveles de metales pesados tóxicos”.

Dicha mina, propiedad de Vale y la compañía minera australiana BHP Billiton, se derrumbó en la ciudad de Mariana en Minas Gerais, lo que dejó 19 muertos y cientos de desplazados.

Alrededor de 250.000 personas quedaron sin agua potable y miles de peces murieron. Se calcula que unos 60 millones de metros cúbicos (646 millones de pies cúbicos) de residuos inundaron los ríos cercanos y a la larga desembocaron en el Océano Atlántico.

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