Durante dos días, Edi Setiwan ayudó a rescatar personas vivas y a recuperar cadáveres de entre un mar de barro y escombros, todas ellas víctimas un letal terremoto en Indonesia.
Y luego, medio enterrados en el fango marrón, vio dos cuerpos inmóviles que le rompieron el corazón.
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“Pude ver a mi padre que todavía abrazaba a mi hermana”, dijo Setiwan el lunes, al recordar el devastador momento en que encontró a sus familiares cerca de la casa donde vivían, en la ciudad de Palu.
“Solo lloré”, dijo. “Pude salvar a otras personas, pero no pude salvar a mi propia familia”.
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La mayoría de las víctimas fueron producto del terremoto en sí y de un subsecuente tsunami que arremetió contra la costa de Palu. Pero cientos de personas fueron enterradas vivas por un fenómeno llamado licuefacción del suelo, que ocurre cuando la tierra suelta cerca de la superficie colapsa.
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El portavoz de la agencia de desastres Sutopo Purwo Nugroho dijo que el vecindario de Petobo, en Palu, donde Setiwan vivía, fue particularmente afectado. “Todavía hay cientos de víctimas enterradas en barro” en el área, dijo.
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