Durante la mayor parte de la presidencia de Donald J. Trump, sus críticos se han quejado de su desprecio por la verdad y sus atroces ataques contra el sistema legal, la libertad de prensa, los inmigrantes y las minorías, mientras lamentan la falta de voluntad de los republicanos en el Congreso para enfrentarlo. Pero los eventos de esta semana, y la reacción de Trump, han llevado el asunto a su punto de ebullición. Es hora de que los que se han hecho de la vista larga enfrenten los hechos.
El martes, el veterano abogado personal y fixer del presidente, Michael Cohen, se declaró culpable de ocho violaciones de las leyes federales de financiamiento de campaña, banca e impuestos. Cohen admitió haber ordenado pagos de seis cifras a dos mujeres para comprar su silencio sobre relaciones extramaritales que alegan haber tenido con Trump. Cohen testificó en corte abierta que sus acciones fueron dirigidas por un candidato (identificado por el abogado de Cohen como Trump) y su objetivo era influir las elecciones presidenciales de 2016.
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Puede que Cohen carezca de credibilidad, pero sus declaraciones se dieron bajo juramento cuando implicaba a Trump en un delito federal. Es la acusación más directa de irregularidades en contra de Trump hasta la fecha, el tipo de alegato que, si se confirmara, podría resultar en cargos de delito grave contra cualquier candidato salvo un presidente en funciones.
En otro tribunal, Paul Manafort, el veterano consultor político que había presidido la campaña de Trump, fue declarado culpable por un jurado de cinco cargos de fraude fiscal, dos cargos de fraude bancario y un cargo de no revelar una cuenta bancaria extranjera. Aunque los cargos no implicaron colusión entre Rusia y la campaña de Trump, fueron presentados por la oficina del fiscal especial Robert S. Mueller III.
¿Cuáles fueron las reacciones del presidente a estos juicios contra hombres que había elevado a posiciones de confianza en la campaña que lo condujo a la Casa Blanca? La típica diatriba en la que trata de desviar la atención, evadir el tema y hablar de cacería de brujas.
En cuanto a Cohen, tuiteó, falsamente: “Michael Cohen se declaró culpable de dos cargos de infracciones de financiamiento de campaña que no son un delito”. Mientras que, en cuanto a Manafort, reiteró su respeto por un “hombre valiente” que “se negó a “virarse”ante la presión de los fiscales. Así dejaba claro que consideraba el enjuiciamiento de Manafort como parte de la “caza de brujas” sobre la que se ha quejado incesantemente. Esto plantea la posibilidad de que Trump pueda tratar de eliminar la condena de Manafort por medio de un indulto.
Tal abuso del poder de indulto sería motivo para una investigación de juicio político (en inglés impeachment). De la misma forma, cualquier evidencia aducida por Mueller, de que Trump era consciente de la coordinación criminal entre su campaña y Rusia o que obstruyó la justicia, debe dar paso a su residenciamiento.”. Y el juicio político no es la única forma en que esta presidencia podría terminar si hubiera pruebas de que el presidente se había involucrado en una mala conducta criminal antes o después de que asumió el cargo. Richard Nixon renunció cuando los líderes de su propio partido lo convencieron de que había perdido el apoyo en el Congreso.
Ante todo esto, ¿tendrán los líderes republicanos del Congreso la verticalidad para llevar ese mensaje a Trump en este caso? ¿O están los republicanos del Congreso tan profundamente en el bolsillo de Trump que continuarían apoyándolo a pesar de las pruebas presentadas contra él? ¿Veremos siquiera una investigación del Congreso sobre los pagos que Cohen jura que hizo a nombre de y por instrucciones de Trump?