Desolada por la tragedia que el domingo le arrebató a su familia, Gladys Morales, una ama de casa residente de la aldea El Rodeo, en el departamento de Escuintla, compartió el desgarrador relato de la última conversación con tuvo con su hija antes del desastre.
Darlyn Yaneth García Morales, de 19 años, estaba en una de las viviendas que se vieron afectadas por las explosiones del volcán de Fuego. Allí también se encontraban otras dos menores, Mildred Josefa Morales, de 6 años, y Jennifer Andrea Morales, de 3; ambas sobrinas de Darlyn y nietas de Gladys.
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La mujer comenta que minutos antes de la tragedia se comunicó por teléfono con su hija, quien le aseguró que se encontraba bien y le pidió que se quedara tranquila.
“Me dijo ella: ’¿Qué pasó, madre?’ Y yo le dije: ’Mi amor, ¿no hay problema ahí? ¿No tienen peligro?’”, comentó Gladys. “No, mamá, aquí están los bomberos por cualquier cosa”, le respondió Darlyn.
“Si tienen peligro, ¿por qué no se vienen en tuc tuc para abajo, pues?”, le insistió Morales, pero la joven volvió a replicarle con un “no, mamá, si aquí estamos bien”. “Ahí hay bastantes bomberos para auxiliarlo a uno”, le dijo.
“Empezamos a bromear ahí con ella. \’Vaya, pues, mamita, cualquier cosa, siempre me llamás\’, le dije”.
“Mi celular se apagó porque se le acabó la carga, como a las 14:30. A almorzar iban ellos”, recuerda. “(…) Allí se reunían todos a almorzar”.
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Gladys apunta que, en total, todavía tiene cinco desaparecidos, entre los que se encuentran su mamá, María Magdalena Zelada, y sus dos hijos, Nilson y Elder Morales.
“Estaban en la casa. Cuando empezó a bajar eso (el flujo piroclástico) dicen que había bastante gente ahí (en la vivienda). Por eso a mí me pareció raro que habían bomberos y no insistieron en irlos a sacar”, relata Morales.
“Se escuchaban los retumbos y se miraba oscuro. Primero se escuchó y después ya no se escuchó (…) una gran humazón se levantaba”, agregó la acompañante de Gladys.
Morales recuerda que su mamá ya había advertido sobre el riesgo de la actividad volcánica en la zona, pero señaló que esto no era algo raro y que no se sentía en peligro.
“Mamita, ¿Aquí no tienen peligro con la lava?”, le preguntó a María Magdalena en una ocasión. “¡Já! Fijate, que cuando bajan esas grandes ’crecentonas’ se oye que quiebran las piedras en el barranco, pero, gracias a Dios, ahí pasa de largo; ahí tiene dónde irse de largo ”, le contestó.
Gladys confiesa que, pese a la respuesta conciliadora de su mamá, ella se quedó “con pena”.
Darlyn trabajaba dos veces por semana en una casa en Ciudad Vieja.
Nilson, por su parte, es ranchero de una finca local, y Elder es estudiante; cursa el grado de sexto primaria.
“Nilson trabajaba en la finca; era ranchero de ahí de la finca. Ahora, el pequeño de 13 años, él estudiaba, estaba conmigo. Pero hoy domingo me dijo: ’Mama, yo voy a ir allá arriba con Nilson, vamos a ver unas películas en la computadora’”, recordó Gladys. “Todavía mi suegra le dijo: ¡No te vayás, mijo, quedate”.
La lista de personas fallecidas compartida por socorristas confirmó el fallecimiento de Darlyn y de las dos pequeñas. Los demás familiares de Gladys continúan desaparecidos.
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