El sacerdote católico argentino Justo José Ilarraz fue condenado el lunes a 25 años de prisión por el abuso sexual de siete seminaristas cuando eran menores de edad.
El tribunal condenó al sacerdote por los delitos de corrupción de menores y abuso deshonesto agravado por ser encargado de la educación de las víctimas.
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La sentencia, que es apelable, fue leída por la jueza Alicia Vivian, presidenta del tribunal donde se desarrolló el juicio al cura en la ciudad de Paraná, situada a unos 500 kilómetros al noreste de Buenos Aires. Las víctimas sufrieron los abusos cuando tenían entre 10 y 14 años y hoy son adultos.
Los abusos fueron cometidos por Ilarraz cuando ejercía en los años 80 y 90 como prefecto de disciplina y guía espiritual en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo de Paraná, capital de la provincia de Entre Ríos.
El tribunal dispuso además la prisión preventiva de Ilarraz “bajo la modalidad de arresto domiciliario” hasta que se confirme la sentencia.
La fiscalía había pedido 25 años de cárcel para el cura, la máxima condena que establece el código penal para estos delitos.
Ilarraz se declaró inocente durante el juicio. En tanto, su defensa había pedido su sobreseimiento alegando que los delitos estaban prescritos y que era víctima de una “conspiración para manchar su imagen”.
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Tras la sentencia Fabián Schunc, una de las víctimas del sacerdote, dijo a periodistas que “al fin fuimos escuchados” y “se hizo justicia” al tiempo que animó a que otras posibles víctimas de Ilarraz se presenten ante la justicia.
“Este es el momento de hacer algo”, dijo Schunc en un mensaje al papa Francisco, a quien pidió “venir a intervenir la diócesis”.
Según el fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull, “en el transcurso del juicio también quedó claro que hay personas que sufrieron estos abusos y que no lo han denunciado a la justicia”.
Antes de conocerse la sentencia, el fiscal había explicado al canal de cable Todo Noticias que Ilarraz “se relacionaba con los seminaristas de forma muy informal, siempre con amistad y confianza, y ésa era la forma para generar un acercamiento con ellos”. Los jóvenes abusados provenían de provincias lejanas, extrañaban a sus familias y se encontraban en un estado de gran vulnerabilidad.
El fiscal recordó que en 1997 recayó sobre el cura una sanción canónica de la cual las víctimas no fueron informadas por la “levedad de la misma”. Pero al ver que Ilarraz seguía siendo sacerdote, hicieron en 2010 un reclamo a las autoridades eclesiásticas de Paraná y finalmente lo denunciaron ante la justicia.
El cura fue trasladado entonces a una parroquia de la provincia de Tucumán, en el norte del país. En 2012 medios periodísticos sacaron a luz el caso con testimonios de las víctimas, que contaron que el sacerdote cometía los abusos en su dormitorio o en el dormitorio colectivo, donde aparecía durante la noche para meterse en la cama de algún menor.
En 2017 el cura Juan Diego Escobar, quien también ejercía el sacerdocio en Entre Ríos, fue condenado a 25 años de cárcel por el abuso sexual y la corrupción de cuatro menores cuando estaba a cargo de una parroquia de una pequeña localidad.