Columna por Jerohim Ortiz Menchaca
Quiero felicitarle por las expresiones que hizo su alteza entorno a que no puede vivir con mil dólares al mes debido a su estándar de vida.
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Sabemos que no puede. Sería inhumano, inimaginable e intolerable que se le pidiera una cosa como esta.
Muchos no entendemos porque no usó la técnica del emperador Donald Trump de sacar a empujones al periodista que osó hacerle semejante pregunta.
Obviamente, pagar sus gustos culinarios, sus estadías en hoteles cinco estrellas, sus múltiples residencias, vehículos, escoltas, manejar sus millonarias finanzas e inversiones, su extraordinario plan médico familiar, seguros, viajes incesantes y su vestimenta de realeza cuesta mucho más de mil dólares al mes.
Que usted haya entendido en ese momento que no se puede vivir con mil dólares al mes en este país es, sin duda, la epifanía más trascendental que se ha dado en la historia humana desde la de Jesús de Nazaret.
Ahora, este mortal quiere decirle algo que de seguro le volará la cabeza: nadie puede vivir con mil dólares al mes en este país.
Pagar casa, vehículo, su mantenimiento y dos gomas que se te van a explotar en el año debido a los cráteres que hay en las carreteras, plan médico, medicinas, citas médicas, celular, agua, luz, comida, efectos escolares, ropa, sin contar los innumerables imprevistos, cuesta mucho más de mil dólares.
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La verdad es que hay que ser bien cariduro para admitir que no podría vivir con lo mismo que le esta imponiendo a miles de familias puertorriqueñas.
Pero a usted le importa muy poco que nosotros vivamos. Más bien, nos está condenando a una de dos cosas: a la pauperrimidad absoluta o a la emigración forzada.
Usted nos quiere sacar a patadas de nuestra patria.
No hay otra forma de explicar el cierre de más escuelas, el despido de casi la mitad de los empleos públicos, los recortes en pensiones, los aumentos estrepitosos en los costos de la UPR, la venta de activos, el aumento en peajes, en luz y en agua, el arrebatarnos aún más días de enfermedad, vacaciones, bono de navidad y seguridad en el empleo.
Y no, esto no se trata de sanear las finanzas públicas. Esa lógica de la medicina amarga nos la han endilgado hace por lo menos 10 años y no ha funcionado. Se han perdido más de 250,000 empleos, un 10% de nuestra población y no se han salvado ni las pensiones, ni los empleos, ni la seguridad, ni la educación ni la salud ni nada.
Su política neoliberal ha fracasado en cuanto lugar se ha implementado. Ha traído miseria y dolor a todos los pueblos que la han soportado.
Pero todo eso le importa muy poco. Usted mismo hundió el Banco Gubernamental de Fomento, los sistemas de retiro, nos endeudó hasta la coronilla, se hizo rico en el proceso y ahora pretende arreglar el desastre del cual usted fue partícipe.
Pero, al final de todo, sabemos que no cambiara su visión ni sus políticas. Es al pueblo a quien le corresponde acabar con la tiranía.
Es a nosotros a quien nos compete entender que usted, por despreciable que pueda ser, solo es el representante de un poder mayor, que es el Congreso de Estados Unidos, que está ejerciendo sus poderes sobre nosotros de forma inmisericorde.
Aunque muchos todavía no lo quieran ver, aquí el problema de fondo no es usted sino la corrupción de nuestros gobernantes que se entregan y, en igual proporción, el coloniaje salvaje al que nos han sometido que no nos permite salir del atolladero en el que estamos metidos.