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Trastocado el núcleo familiar

30 - hogares, aproximadamente, se encuentran sin electricidad en la zona del barrio Cerro Gordo en el municipio de San Lorenzo

En el barrio Cerro Gordo del municipio de San Lorenzo, la historia se repite. La ausencia de brigadas de la AEE es sinónimo de que allí la luz no llegará por un buen tiempo. Al menos de eso está clara Rosalba Serrano Rodríguez, quien ya no ruega porque llegue la luz, sino por acostumbrarse a vivir de la forma que se ha visto obligada a subsistir por los pasados siete meses.

La cotidianidad que se ha trastocado por la falta de luz ya es tanta que ni alimentarse bien puede.

“Hemos aumentado de peso, pero no por comer mucho, sino por lo poco saludable que es nuestra dieta desde que pasó María”, contó la maestra de profesión sobre su nueva rutina en la cocina. Esta se basa en productos enlatados y ofertas de restaurantes de comida rápida, pues la compra en el supermercado es limitada ante la falta de una nevera para mantener la calidad de los alimentos. Según describió, es como vivir en medio del huracán, pues su alacena solo cuenta con productos enlatados, como jamonilla, salchichas y otros alimentos altos en sodio.

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“Cuando vamos al supermercado y vemos las góndolas llenas, lo que nos da es tristeza, porque sabemos que no podemos llevarnos carnes y leche como lo hacíamos antes”, contó sobre la dificultad que representa esta situación, especialmente para su hija de 11 años, quien no comprende del todo la manera como ahora vive su familia. Es por eso que, en muchas ocasiones, la menor junto a su hermana de 24 años prefieren pasar los días en casa de otros familiares donde el servicio eléctrico ya está en función.

Tanto la educadora como su esposo saben que es lo mejor para sus hijas, quienes necesitan hacer asignaciones, estudiar y hasta tener momentos de ocio que, en una casa sin energía eléctrica, no pueden tener con la misma facilidad de antes. Sin embargo, les duele que pasen por eso y que no puedan estar más tiempo juntos en su residencia a consecuencia de la crisis que ha trastocado su núcleo familiar.

“Nos volvimos una familia resiliente. No nos queda de otra”, manifestó Serrano Rodríguez, quien intenta encontrar algo positivo dentro de sus condiciones de vida.

Para este matrimonio, la alternativa de irse a vivir en casa de familiares que ya cuenten con luz no es opción, pues con el servicio o sin él, la comodidad de su hogar les calma la agonía de saber que la crisis no tiene remedio a corto plazo. Poco a poco, su decisión ya no es común para otras familias. Algunos de sus vecinos han hecho ajustes drásticos que afectan la estabilidad emocional de toda una familia, como por ejemplo mudarse y hasta perder sus trabajos.

Aunque esta familia cuenta con otros parientes que les brindan ayuda, Serrano no deja de pensar en el prójimo, aquellos que no cuentan con una mano amiga para ofrecer sus casas, ya sea para lavar ropa, cocinar comida caliente y hasta para despejar la mente de esas horas que se hacen más largas en la necesidad. Tanto los abuelos de sus hijas, como su esposo, se han convertido en el mayor consuelo y juntos tratan de explicarle, especialmente a la más pequeña de la familia, que estar sin luz no es para siempre, algo que hasta ella misma ya ha dejado de creer.

“La última vez que nos visitó el personal de Energía Eléctrica fue en febrero y sin materiales. Están de brazos cruzados”, explicó. Lo más que teme es que la próxima temporada de huracanes está próxima a llegar y desde ya anticipa que, si otro fenómeno atmosférico impactara a Puerto Rico, representaría estar un año a oscuras.

“Si a estas alturas no han podido ayudarnos, cualquier otro fenómeno, sería devastador. Yo no quiero ni pensarlo”, señaló, al tiempo que dijo temerle tanto a un huracán como a una tormenta o cualquier lluvia.

En esa zona rural, son aproximadamente 30 hogares bajo las mismas condiciones, y como no hay encamados, les tocará esperar aún más. “Para mí es inaceptable que la Autoridad de Energía Eléctrica nos dé de excusa de que no vienen a atender el asunto con más prontitud porque aquí no viven encamados. Nosotros también somos seres humanos”, sentenció la fémina.

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