Las agencias federales, locales y sin fines de lucro colaboran para restaurar los arrecifes de coral, unas de las maravillas naturales de Puerto Rico, que sufrieron daños a raíz de los huracanes en 2017.
Con un valor económico promedio de 1,100 millones al año, los arrecifes apoyan la industria de turismo y a su vez protegen vidas y la infraestructura costera al aminorar las marejadas que ocurren durante las tormentas.
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Los huracanes Irma y María, ambos de categoría cuatro, causaron daños extensos a los arrecifes alrededor de Puerto Rico cuando tocaron tierra en septiembre pasado.
Irma causó estragos en la costa norte, seguida dos semanas más tarde por María, una de las tormentas más fuertes en azotar a la isla en casi un siglo.
Las tormentas partieron cientos de miles de corales de arrecifes a lo largo de isla.
Los equipos de evaluación encontraron daños estructurales a corales individuales y a los arrecifes, al igual que grandes acumulaciones de sedimento, lo que puede evitar que los corales reciban suficiente luz del sol.
Ya un equipo de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, siglas en ingles) se integró a un grupo de 14 científicos para llegar al arrecife Carlos Rosario, en una misión para estabilizar y realizar trabajo de restauración de emergencia en los corales.
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A unos 150 pies de la costa en un área del tamaño de tres campos de futbol, los científicos soltaron el ancla cerca de la pequeña isla de Culebra en la costa este de Puerto Rico.
“Diez a 15 pies bajo el agua, los científicos cavaron los fragmentos de coral vivo, limpiaron las piezas dañadas con cepillos de alambre y los guardaron en un contenedor, en un área libre de arena y piedras”, dijo Jennifer Moore, quien lidera el equipo de evaluación de corales de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, siglas en inglés).
A bordo de una embarcación, los miembros del equipo de restauración preparaban el cemento con resina de epoxi.
Los buzos del equipo de respuesta marítima de Sea Ventures luego bajaban la mezcla de cemento en pailas al fondo marino, donde sacaban los corales del contenedor y los reconectaban al arrecife.
El programa de restauración de seis meses, que comenzó en enero, se realiza en una colaboración entre varios conservacionistas de Puerto Rico, FEMA y NOAA.
El equipo de evaluación que visitó los arrecifes cerca de Culebra en marzo incluía a Nilda Jiménez, una directora de Ecología Marítima p del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), un especialistas en restauración de NOAA y un estudiante de biología de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
“El valor ecológico y económico de los arrecifes de coral (también) es incalculable para la industria de la pesca”, dijo Keenan Adams, coordinador de campo de recuperación que trabaja con el sector de Recursos Naturales y Culturales de la FEMA.
Los arrecifes ofrecen refugio y un ambiente saludable para los peces y producen miles de corales jóvenes, listos para crecer y proteger las costas de Puerto Rico.