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Puerto Rico: la búsqueda de la alegría, en medio de la tristeza

El paso del huracán María sobre la isla dejó desesperanza y desolación, pero reencontrar la felicidad ha sido parte de la recuperación

No es posible hablar sobre alegría en Puerto Rico, sin antes hablar sobre la tristeza. El desastre y la destrucción era evidente en la isla, luego del paso del huracán María el 20 de septiembre de 2017: miles de hogares sin techo y casas desaparecidas, ríos desbordados, montañas deshojadas, carreteras intransitables, un país sin energía eléctrica ni sistemas de comunicación funcionando y una cifra de muertos aún sin confirmar por las autoridades, pero que superaría los mil.

El desastre mayor, sin embargo, estaba ocurriendo posiblemente al interior de los habitantes, que desde entonces enfrentan el peor desastre natural registrado en el terruño donde hoy viven 3.2 millones de personas.

No hace falta otra fuente, más que la experiencia propia, para relatar el sentimiento de desesperanza, desolación y tristeza que dominó en el ambiente durante las semanas posteriores al paso del huracán, retratado en los rostros y relatos de los más afectados, de aquellos que perdieron un ser querido. Sin embargo, es importante destacar que ha habido un gran movimiento hacia el rescate de la felicidad. 

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Arte y cultura como símbolo de alegría

El Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) lideró desde el principio una de esas iniciativas. Dos semanas después del devastador rumbo trazado por María, el ICP lanzó el proyecto Cultura Rodante.

“Creamos este modelo de transportarnos en ruedas a lugares con grandes necesidades, empezando por hogares de ancianos, comunidades –que eran la mayoría en Puerto Rico– con graves daños, también fuimos a los refugios, que eso era lo principal en ese momento”, explicó Carlos R. Ruiz Cortés, director  ejecutivo del ICP.

“El puertorriqueño es un ser alegre que siempre busca cómo superar sus niveles de alegría y disfrutar de lo que realmente es y yo creo que esa fue mi experiencia, esa necesidad de lo que somos como puertorriqueños”, afirmó Carlos R. Ruiz Cortés, director ejecutivo del ICP.

En palabras de Ruiz, Cultura Rodante es el impacto a través de las artes, de lo que es la cultura puertorriqueña y lo que es la felicidad y la alegría que ella es capaz de provocar, principalmente con el objetivo de saciar la necesidad emocional y mental que dejó en los habitantes de Puerto Rico el paso de María.

Lo que comenzó como un proyecto piloto, se ha convertido en uno de los principales proyectos del ICP. Tanto así que la National Assembly of State Arts Agencies, que evalúa las agencias de arte y cultura en todo Estados Unidos, seleccionó la iniciativa como el proyecto ejemplar del mes de febrero. En casi seis meses, Cultura Rodante a visitado el 75% de los pueblos en Puerto Rico, impactando directamente las comunidades y logrando alcalzar miles de personas, con actividades de teatro, música, circo, talleres y hasta cine, con la colaboración de decenas de colectivos y artistas.

“Crear este tipo de proyectos me trajo muchas experiencias. Por ejemplo, llegar a lugares que no podíamos llegar porque no había un área transitable, llegar a comunidades que todavía no tiene luz y poder prender un cine, que eso es lo único que iluminaba toda esa comunidad, frases como ‘ustedes nos han devuelto la alegría después del huracán’, ahí es que entonces nosotros vemos la hermosura del arte y la cultura”, relató Ruiz, quien resaltó la participación de todo el equipo del ICP en el proyecto.    

“El equipo de trabajo del Instituto moviéndose por todo Puerto Rico, es una experiencia a diario”, expresó. 

“Para nosotros ha sido demasiado importante, para el ICP, sentirnos como parte de la reconstrucción de Puerto Rico utilizando lo que mejor nosotros sabemos hacer, que es la utilización de nuestro talento, es sumamente satisfactorio y sobre todo le damos relevancia y le hemos dado la relevancia necesaria a los aspectos y elementos culturales que tanto nosotros defendemos y nos sentimos tan orgullosos”, afirmó el director.

Circo Teatro Bandada, un colectivo que combina la disciplina circense con las artes teatrales, es uno de los grupos que ha dicho presente en el proyecto Cultura Rodante y se ha lanzado a las comunidades. Para ellos, “la alegría es un derecho”. Angelle M. Guzmán Torres, una de las integrantes del colectivo, citó a su compañero Lidi Paoli López González mientras transcurría una conversación sobre el impacto y la importancia del arte y la cultura dentro del proceso de recuperación del país, sobre todo en el estado de ánimo de las personas, luego del paso del huracán María.   

“Hace falta que la gente tome un momento para salir del revolú, para reflexionar, para ver cosas divertidas, cosas que le toquen el alma, ya sea el circo, ya sea escuchar música”, expresó Angelle.

Uno de los rincones visitados por el grupo se encuentra ubicada en el municipio de Naguabo, al este de Puerto Rico. Allí, aún sin luz y apenas con agua, una comunidad esperaba con ansias la visita del colectivo. Se trataba de un soplo de alegría, carcajadas, sonrisas, la primera vez –posiblemente– que la ilusión se reflejaba de nuevo en la mirada de los presentes, luego del huracán.

“Estaban sentados esperando a que nosotros llegáramos y fue una imagen hermosa”, relató Isaira Noriega Claudio, miembro del colectivo. La lluvia alcanzó la presentación del grupo aquel día, pero nadie se movió de sus lugares. “Se mojaron bajo la lluvia con nosotros”, dijo Isaira, al tiempo que habló sobre el impacto de estas experiencias sobre ellos mismos. “Yo terminé mucho más agradecida”.

“Este arte circense teatral aporta muchísimo a la cultura y a la condición social que tenemos en este momento. No solo nosotros como Bandada sino muchas otras compañías de circo que están actualmente en la isla, todos buscamos además de llevar a cabo lo que nos gusta y nos apasiona, también llegar a las comunidades más afectada, llevar a la gente y llevar aunque sea un poquito de alegría con lo que nos gusta”, expresó.

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