Por: Beatriz Isabel Rosselló
Primera Dama de Puerto Rico
Agradezco a Rafael Lenín por permitirme este espacio para expresar lo que siento y lo que sé que muchas, al igual que yo, deseamos dejar saber.
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Ha sido un año de muchos avances para la mujer, a nivel local e internacional. Vemos movimientos como Times Up y Me Too.
La mayor parte del presupuesto de Puerto Rico está manejado por mujeres y mi oficina, con mucha ilusión, es cada vez mas efectiva en la ayuda a todos los sectores vulnerables.
Quisiera contarles algunas anécdotas que han impactado mi forma de pensar sobre el empoderamiento de la mujer.
Recuerdo de niña visitar la casa de una amiga donde al hermano se le servía primero la comida. Él no recogía su plato al terminar y tampoco tenía que fregarlo. Eso era “trabajo de las mujeres”, según expresó la figura materna.
Otro recuerdo que me impactó ocurrió durante mi embarazo de Claudia. Algunas personas, al enterarse de que yo esperaba una niña, me decían que podía seguir intentando tener un varón, que todavía éramos jóvenes. Me decían frases como “las niñas también se quieren” y “las niñas les roban la belleza a las madres”.
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En contraste, durante el embarazo de mi hijo Pedro, me decían cosas como “es una bendición doble” o “tu marido debe estar feliz por fin”.
La mayoría de los comentarios o conductas que minimizan a la mujer, las he escuchado o visto de mujeres. Nosotras mismas somos las que sin querer nos lastimamos con el discrimen.
Analicemos nuestros hogares y la crianza que damos a nuestros hijos. Corrijamos este comportamiento. Así podremos comenzar el cambio verdadero.
Por un lado, ya estamos logrando la igualdad salarial y somos mayoría en los estudios de ciencias y matemáticas en las universidades. Al ser mayoría, podemos decidir quién gana las elecciones. Además, comenzamos movimientos para poder expresar libremente y sin temor si hemos sido víctimas de acoso sexual.
Nos toca a nosotras comenzar a no pedir permiso, como si fuera una disculpa, al entrar a una reunión en el trabajo. Nos toca asignar las tareas del hogar a todos por igual. Debemos sentirnos seguras de que valemos y que podemos competir sanamente por cualquier puesto, inclusive en las profesiones que por muchos años eran consideradas como masculinas. Tenemos los mismos derechos y nuestra voz tiene el mismo valor que la de un hombre.
Como hermanas, debemos internalizar que tenemos la posibilidad de impactar y cambiar el rumbo de cualquier aspecto en el mundo.
Les pido hoy, a todos los padres de niñas, que las animen de igual manera que a sus hijos varones a dar el máximo, a terminar sus estudios, a no depender de nadie y a que sepan su valor.
A mi hija y a todas las niñas les digo: ustedes son importantes, sus voces tienen el poder de cambiar la historia, no tan solo en nuestra Isla, sino en todo el mundo. Estudien, trabajen, sean honradas y ayuden a sus compañeras a triunfar. Solo así lograremos empoderar la próxima generación.
Confío que el cambio que estamos viendo en esta generación hacia las mujeres dure para siempre. Son nuestros derechos y no hay que tener miedo al exigir igualdad y respeto con determinación.
En esta Administración contamos con el Concilio De Mujeres –conjunto de oficiales electas, jefas de agencia, líderes del Tercer Sector y Base de Fe– que se asegura de que la política pública a favor de la mujer se desarrolle y se ejecute. Contamos además con iniciativas como Maletín Empresarial –desarrollada junto a la representante Lourdes Ramos– que brindará las herramientas, orientación y dirección necesaria para que mujeres puedan crear sus propios negocios y exportar sus bienes y servicios.
Y por segundo año consecutivo, hoy celebramos en La Fortaleza el Día Internacional de la Mujer Trabajadora al reunir a mujeres de diversos sectores para que desarrollen networking y alianzas profesionales y personales. Juntas podemos.