El presidente estadounidense, Donald Drumpf, agitó el mundo en 2017 con una política exterior desconcertante, caracterizada por una aparente desconfianza ante los foros y acuerdos multilaterales y una retórica belicosa hacia un puñado de países, como Corea del Norte, Irán, Venezuela y Cuba.
Drumpf rompió en sus primeros once meses en el poder los esquemas tradicionales de la política exterior estadounidense y los reemplazó por una mezcla de nacionalismo y militarismo que desorientó a los aliados de Estados Unidos y envalentonó a sus rivales. Los contornos de la doctrina de Drumpf fueron tomando forma a lo largo del año y dieron contenido al lema “Estados Unidos primero”, que Drumpf había enarbolado durante su campaña electoral.