Si bien resulta atractiva la cercanía al mar de estructuras como hoteles, condominios y residencias, dicha práctica tiene repercusiones fatales para la sustentabilidad de los recursos costeros y marinos en Puerto Rico. Así lo advirtió el doctor René Esteves Amador, director del programa de Extensión Marina del programa Sea Grand y especialista auxiliar en acuicultura del Servicio de Extensión agrícola de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Algunos de esos efectos, de hecho, quedaron evidenciados en las costas de la isla, luego del paso del huracán María.
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“Nuestra idea de lo que es una casa de playa ideal, que es abrir la puerta y tener los pies en la arena, tiene que ser redefinida. En primer lugar, porque ya estamos perdiendo la arena, y segundo, para no perpetuar esa pérdida”, apuntó Esteves.
En Puerto Rico, las playas de Rincón fueron una de las zonas costeras más impactadas por María. “La arena no ha vuelto. No hay playa”, advirtió el profesor Ruperto Chaparro Serrano, director del programa Sea Grant y especialista en turismo y recreación.
La problemática en las zonas costeras como la de Rincón se agrava por las construcciones que invaden las playas. Aunque dichas zonas podrían pasar por un proceso natural de recuperación, las construcciones demasiado cerca del mar no permiten la realimentación natural de la arena, llevando al efecto final que se está viviendo: la desaparición de la playa.
Aunque Rincón es la zona de mayor preocupación, los expertos advirtieron que las costas de Isabela enfrentan casi la misma problemática, así como las playas de otros municipios como Humacao, Yabucoa y Naguabo, la zona por donde entró el ojo del María el pasado 20 de septiembre.
“No le estamos dando espacio al mar para adaptarse a esos eventos atmosféricos”, indicó Chaparro. A eso debe añadirse los efectos del calentamiento global, un hecho que, para el profesor Aurelio Mercado, aún no se está tomando con seriedad en la isla y se continúa ignorando el aumento del nivel del mar ya registrado y el proyectado para las próximas décadas, que afecta directamente las costas.
“Como el nivel del mar está subiendo, si tú estás en una playa y la amurallas a cierta distancia de la orilla, sencillamente esa arena que está detrás de la muralla, ya no puede participar en la realimentación de la playa cuando el oleaje la ataca, porque esa arena está capturada, está metida detrás de una pared de concreto”, explicó el oceanógrafo físico sobre las construcciones en las costas. También es importante preguntarse cuánto va a costar remediar el desastre que se ocasionó en las costas con las construcciones que se llevaron a cabo en la zona marítimo terrestre. En la zona de Rincón, han colapsado estructuras parcialmente o están a punto de colapsar en su totalidad hacia el mar. Los escombros se convierten en contaminantes de la zona y a eso deben añadirse tuberías rotas que descargan aguas negras el mar, denunció Chaparro.
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El profesor cuestionó la falta de acción por parte del Gobierno de Puerto Rico y la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) para limpiar las costas de Rincón y otras zonas costeras de la isla.
“Es sumamente costoso. Eso vale cerca de un millón por milla y tienes que, entonces, proteger que la arena, en otro evento, no se te vaya y aumente el costo”, explicó.
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Ausencia de planificación
Para la arquitecta Ivonne Marcial Vega, presidenta del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico (CAAPPR), “la falta de planificación” ha sido el peor enemigo de las costas del país.
“La pregunta no debe ser cómo construimos cerca a la costa, sino cómo construimos lejos de la costa”, apuntó la arquitecta.
Marcial utilizó como marco de referencia o ejemplo la ciudad de Río de Janeiro en Brasil, que tiene una de las playas más famosas del mundo. Allí, los edificios están construidos dejando la playa libre, con un paseo peatonal monumental y luego las vías de transportación, para entonces dar espacio a la construcción de edificios.
“Estamos hablando de metros y metros antes de llegar a tocar el agua”, apuntó la arquitecta, al tiempo que explicó que este tipo de modelos permite que haya respeto hacia la zona marítimo terrestre.
“Yo digo que la naturaleza es la dueña de esto (el espacio terrestre). Eso lo vimos con María y la naturaleza va a reclamar su espacio”, indicó.
En Puerto Rico, la arquitecta destacó un ejemplo funcional de distancia entre el mar y la construcción de edificios.
“El mejor ejemplo es la Ventana al Mar. El que va caminando por la acera mira cómo se siente la persona cuando le pasa por la Ventana al Mar versus cuando le pasa al paredón de edificios que hay en la avenida Ashford. Se abre una vista. Se abre a una relación visual al mar. Se abre a una relación física al mar”.
Desde las escuelas de arquitectura, se enseña que para cada contexto que se trabaje, existen parámetros de construcción. El contexto cerca de la playa es uno muy particular, explicó Marcial, por el nivel freático, y hay distintos tipos de zapatas especiales o pilotes que se hunden en la arena, es decir, que hay varias alternativas de cómo construir cuando el nivel freático es alto.
“Pero en el caso de Puerto Rico, el problema que puedo identificar es que nosotros estamos casi encima del agua”, apuntó, al tiempo que enfatizó en que la construcción en la zona marítimo terrestre simplemente no debe ser permisible.
Las estructuras que pasan “por debajo del radar”
Si bien existen procedimientos legales para obtener los permisos correspondientes de construcción que establecen los parámetros y usos de terreno, de acuerdo con la arquitecta, existen dos variables principales que alteran el procedimiento: los permisos que se otorgan como “excepciones” y las estructuras que pasan “por debajo del radar”.
De acuerdo con el Censo de 2010, en Puerto Rico hasta ese momento había unas 75 mil estructuras construidas sin permiso.
“Eso es el 37 % de la construcción en Puerto Rico”, enfatizó la presidenta del CAAPPR, añadiendo que el número hoy día podría estar por encima del 40 %.
La situación amerita fiscalización seria y rigurosa por parte de las autoridades correspondientes, enfatizaron los expertos.
“No se puede justificar el que se haya construido sobre esta área y aumentado la vulnerabilidad con ese tipo de estructuras que no dependen de estar ahí para su función”, reiteró el doctor Esteves, al reflexionar sobre la problemática.
“No es una cuestión de si estamos a tiempo o no, es que hay que actuar. Es una responsabilidad para con nuestras generaciones futuras”, añadió.