La acción militar que llevó a la renuncia del presidente Robert Mugabe fue legal, falló un juez de la máxima corte de Zimbabue, una decisión clave debido a que la milicia ha buscado demostrar que sus actos no fueron golpistas.
Los expertos, sin embargo, dijeron que esto sentó un precedente peligroso que podría hacer que el ejército intervenga nuevamente.
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El ejército intervino hace casi dos semanas, después de que Mugabe despidió al vicepresidente Emmerson Mnangagwa. Cundieron los temores de que la impopular esposa de Mugabe, de 93 años, se estuviera posicionando para tomar el poder.
El juez de la Corte Suprema George Chiweshe, un general retirado, falló el viernes que las acciones adoptadas por los militares para evitar que “quienes rodean” a Mugabe adoptaran ciertas funciones fueron “legales y permisibles bajo la constitución”.
El juez dijo que las acciones militares garantizaron que individuos no electos se abstuvieran de ejercer funciones ejecutivas, en aparente referencia a la entonces primera dama, Grace Mugabe.
Por separado, el juez dijo que el despido de Mnangagwa como vicepresidente fue ilegal. Mnangagwa prestó juramento el viernes como mandatario _en un completo giro de suerte_ para convertirse apenas en el segundo mandatario del país, después del gobierno de 37 años de Mugabe.
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Las decisiones de juez no tardaron en ser criticadas por expertos legales y de derechos, así como por la esposa y los aliados de Mugabe.
“Si estas sorprendentes órdenes que emitió la Corte Suprema ayer en Harare representan lo que se define como un ’nuevo sendero’ entonces oren por Zimbabue”, tuiteó el ministro de educación superior, Jonathan Moyo, el aliado más abierto de Mugabe.
El director para el sur de África de la organización Human Rights Watch, Dewa Mavhinga, calificó los fallos de “increíbles” y tuiteó: “¿el poder jurídico capturado?”
El ejército de Zimbabue envió tanques a las calles durante la noche del 14 de noviembre, tomó control de la radiodifusora estatal y anunció que Robert Mugabe había sido colocado bajo arresto domiciliario. Señaló que perseguía a los “criminales” cercanos a Mugabe acusados de perjudicar a la economía nacional.
Las acciones del ejército provocaron que el partido gobernante le diera la espalda a Mugabe e iniciara procedimientos de destitución antes de que Mugabe anunciara su renuncia el martes. Miles de zimbabuenses salieron a las calles en una manifestación de apoyo respaldada por el ejército para pedirle al presidente que dejara el cargo.
Mnangagwa, quien dejó el país poco después de su despido, dijo a su regreso que había estado en “contacto constante” con el ejército durante su ausencia.
Muchos en la comunidad internacional evitaron describir las acciones militares como un golpe de Estado y en su lugar llamaron a las autoridades de Zimbabue a respetar el Estado de Derecho. Algunos zimbabuenses felicitaron al ejército, se tomaron selfies con los soldados y ovacionaron al comandante del ejército, Constantino Chiwenga, durante la investidura del viernes.