Zimbabue — Las fuerzas armadas de Zimbabue tomaron el control de la capital y de la televisora estatal hoy, miércoles, y retenían al presidente Robert Mugabe y su esposa, en lo que parecía ser un golpe de estado.
Los militares, sin embargo, se esforzaban por convencer al público de que no habían tomado el poder y de que sólo deseaban iniciar un proceso para el restablecimiento de la democracia.
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Aun así, todo indicaba hacia que había llegado el fin de los 37 años de gobierno de Mugabe quien, a sus 93 años de edad, es el jefe de estado más longevo del mundo.
El ejército calificó la movilización de “correctivo incruento”. Sudáfrica y otros países vecinos enviaron emisarios para dialogar con Mugabe y con los generales y tratar de asegurar de que la transición sea pacífica.
Soldados en vehículos blindados se apostaron en puntos clave de la capital, Harare, mientras los zimbabuenses formaban largas filas en los bancos para retirar el límite de efectivo disponible, una tarea rutinaria ante la crisis financiera que atraviesa la nación africana. La gente recurría a sus celulares para informarse sobre la toma de poder del ejército y otros acudían a sus trabajos o a comprar.
Félix Tsanganyiso, quien vendía celulares en Harare, dijo que se mantenía informado de la situación gracias a WhatsApp.
“Pero sigo sin estar actualizado”, comentó. “Hasta ahora, todo bien, voy haciendo lo que hago y nadie me ha molestado. Mi esperanza es que quien sea que termine en control, que arregle la economía, no podemos seguir viviendo así”.
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El vertiginoso ritmo de los acontecimientos ocurre luego que la semana pasada Mugabe destituyó a su vicepresidente con lo que aparentó allanar el terreno para que la primera dama, Grace Mugabe, lo reemplace en el cónclave partidista que tendrá lugar el mes que viene.
Pero la primera dama de 52 años es sumamente impopular entre la población por sus extravagantes gastos en mansiones, vehículos y joyas. El mes pasado entabló una demanda contra un traficante de diamantes porque, según ella, le cobró por un diamante de 100 quilates y no se lo dio.
Grace Mugabe ha sido apodada la dirigente del G40, un grupo de funcionarios del gobierno de entre 40 y 50 años de edad que son demasiado jóvenes como para haber participado en la lucha contra el dominio de la minoría blanca en Rhodesia. Cuando el vicepresidente Emmerson Mnangagwa fue destituido, los generales y veteranos de guerra se sintieron ignorados y tomaron medidas para detenerlo, dicen analistas.
Se desconoce el paradero de Mnangagwa. Huyó del país la semana pasada, denunciando que había recibido amenazas contra su vida y la de su familia.
Numerosos opositores hicieron llamados para que Mugabe abandone el poder pacíficamente.
“Mejor que el viejo descanse”, dijo el ex ministro de finanzas Tendai Biti a la emisora sudafricana eNCA.
El lunes, el comandante del ejército formuló una inédita crítica pública a Mugabe por hacer a un lado a los veteranos de la guerra de liberación. El día siguiente, el partido gobernante condenó al comandante por “conducta traidora” y esa misma noche vehículos blindados entraron en Harare y ocuparon la televisora estatal y otras instalaciones estratégicas, incluso la vivienda de Mugabe.
En un discurso a la nación tras tomar el control de la Zimbabwe Broadcasting Corporation, el mayor general Sibusiso Moyo dijo a primera hora del miércoles que el ejército “garantiza” la seguridad e integridad del presidente Mugabe y su esposa, pero agregó que el ejército irá tras los “delincuentes” que rodean al presidente, aparentemente en alusión al G40 de la primera dama.
El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, habló por teléfono con Mugabe, que se encontraba “bien”, según un comunicado de la oficina de Zuma. El mandatario sudafricano, que hizo una llamada a la calma, indicó que había enviado a sus ministros de Defensa y Seguridad Estatal a Zimbabue para reunirse con Mugabe y los militares zimbabuenses.