Centro de Periodismo Investigativo
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Imagine que cada madrugada el grito de su hijo, desesperado, le lleva a buscar con una linterna la máquina de terapia. En la oscuridad de la noche, usted solo tiene su carro, que se convierte en la única forma de encender el equipo que neutraliza la respiración entrecortada del menor. Usted regresa del sobresalto a la cama, sabiendo que es muy probable que el ciclo se repita varias veces, mientras el entorno esté impregnado del olor a ese combustible que a otros les permite dormir placenteramente cuando es quemado y convertido en monóxido de carbono. Una escena similar a esta, o peor, se repite en miles de hogares.
Puerto Rico huele y respira diésel desde que pasó el huracán María. En muchos rincones, el olor y el ruido de los generadores eléctricos se ha convertido en parte de la cotidianidad. A ocho semanas del colapso del sistema de energía, el gobierno no tiene una política pública clara para la operación prolongada de estas plantas eléctricas, que se supone que sean usadas solo en emergencias. El presidente del Colegio de Peritos Electricistas, Luis A. Sánchez, ha estimado en más de 100 mil los generadores eléctricos, la mayoría de los que operan con gasolina y diésel. Confirmó que muchos ciudadanos, por no contratar a un perito, los instalan sin tomar precauciones, poniendo en riesgo su seguridad y la de sus vecinos.
Luego del huracán Irma en el Condado de Orange en Florida, tres puertorriqueños murieron por emanaciones de monóxido de carbono por un generador de electricidad en su residencia.
Mientras que en Puerto Rico se reportaron ocho incendios de generadores y hubo al menos 30 personas intoxicadas con las emanaciones de monóxido de carbono de estos aparatos tras el huracán Irma hasta el pasado viernes. A esto se añaden 14 incendios provocados por plantas eléctricas en residencias y negocios luego del huracán María, para un total de 22, confirmó el jefe del Cuerpo de Bomberos Alberto Cruz Albarrán.
Una de las estructuras incendiadas debido a una planta eléctrica en Caguas, según fue reportado al CPI.
Gabriel Mendoza Cortés, de 27 años, murió en Aguada intoxicado por el monóxido de un generador instalado en el interior de su residencia el pasado 20 de octubre. Y ya van por 14 los trabajadores de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) que se han accidentado al toparse con líneas energizadas en el proceso de reparación del sistema eléctrico.
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De acuerdo con Jorge Bracero, operador auxiliar de la Central de San Juan de la AEE hay una gran cantidad de generadores conectados directamente al sistema. Si el ciudadano no tiene instalado un interruptor de transferencia, la electricidad que produce el generador fluye por toda la línea de transmisión, poniendo en riesgo las vidas de los celadores que reciben “el cantazo eléctrico” al tocar las líneas “vivas”.
“Esta mañana (el pasado viernes), trabajando una línea de la técnica de Vega Baja, uno de los celadores cogió una descarga mientras trabajaba, con las manos metidas en la línea, y ahora tiene tres dedos quemados de segundo grado en una mano y otro dedo en la otra. La ignorancia de una sola persona pudo haberlo matado y ahora él es el último de 14 unionados post María que se han accidentado”, expresó Bracero.
“La demanda de estos generadores ha sido descomunal y en este momento los peritos electricistas no dan abasto con las instalaciones”, afirmó el capitán del Cuerpo de Bomberos. Cruz Albarrán indicó que las querellas por el uso inadecuado de generadores atendidas por el Cuerpo de Bomberos son referidas a la Junta de Calidad Ambiental. Fuentes del Centro de Periodismo Investigativo (CPI) aseguran que el Cuerpo de Bomberos alcanza a atender las llamadas diarias para radicar querellas por violaciones a la Ley de Ruido y por las emanaciones de plantas residenciales y comerciales. Cruz Albarrán aseguró que todas las querellas son referidas a la Junta de Calidad Ambiental.
“Todos los días atendemos querellas, y sí, han aumentado los fuegos por el uso de estos generadores. En Moca se reportó uno donde personas recibieron quemaduras en segundo y tercer grado”, informó el funcionario tras plantear en que en su mayoría los incendios se producen por la cantidad de horas que las personas mantienen encendidas estas máquinas, obviando que tienen un límite de horas de uso.
“Estas máquinas, en su mayoría, no están diseñadas para operar diariamente. Tienen unas disposiciones de tiempo y horario que claramente esta situación atípica de una emergencia tan larga por los huracanes Irma y María, sobrepasan las recomendaciones de los manufactureros y ponen en riesgo a los ciudadanos que las han instalado sin la debida supervisión”, aseguró al Centro de Periodismo Investigativo el abogado ambiental Pedro Saadé.