A cuatro semanas del azote del huracán María, decenas de familias en las comunidades Mamey I y II en Gurabo aún luchan por regresar a la normalidad dentro de la emergencia.
Algunos perdieron todo, otros tienen padecimientos médicos, mientras muchos son personas de edad avanzada, por lo que retornar al diario vivir se les ha hecho complicado.
PUBLICIDAD
Aunque los residentes aseguraron que el municipio ha trabajado mano a mano para brindar comida y agua a la comunidad, ha sido la labor de los vecinos y voluntarios la protagonista en reconstruir los daños ocasionados por el fenómeno atmosférico que pasó por la isla el pasado 20 de septiembre siendo categoría 4.
Son los voluntarios quienes se han hecho cargo de responder a las necesidades de las personas en su mayoría ancianos que a falta de servicio de luz y agua han pasado las de Caín, durante la emergencia.
“Hemos visto de todo, personas enfermas, con cáncer, encamados, hijos con autismo y muchas personas de edad avanzada. A todos ellos tratamos de ayudarlos en cada una de sus necesidades”, dijo a Metro una de las voluntarias Synia Rodríguez Morales.
Señaló que además de la ayuda municipal, tienen ayuda de la Iglesia Bautista del barrio Mamey y han hecho alianzas con personas que tienen diversos recursos.
“Me dicen la caminante, se ve mucha necesidad, es terrible. Mucha gente con sus casas destruidas, sucias por el huracán, mal olor”, relató Rodríguez Morales sobre la necesidad que se observa en la comunidad. Metro realizó un recorrido por el lugar y se pudo constatar de múltiples casas que perdieron sus techos, mientras otros tuvieron serios daños, que al momento no han podido arreglar.
PUBLICIDAD
El camino, aunque angosto, fue abierto por vecinos de la comunidad y brigadas municipales, sin embargo, aún hay áreas sin acceso y casas que permanecen incomunicadas.
Iglesia es el oasis de la comunidad
Utilizando su estructura como Centro de Distribución, la Iglesia Bautista del barrio Mamey se ha convertido en una esperanza entre los vecinos.
Allí, los residentes acuden a buscar compra y agua, pero también se reciben las querellas de situaciones particulares de cada persona.
Por otro lado, como parte del esfuerzo voluntario, se les regala ropa y zapatos a las personas, y entre los mismos vecinos y miembros del templo buscan resolver las situaciones de la comunidad.
Por ejemplo, han regalado artículos de bebés para las madres que perdieron cosas, camas de posiciones para encamados y equipo médico para quienes tienen algún tipo de padecimiento.
“La iglesia se ha convertido en un centro de ayuda. Es un lugar céntrico para la comunidad así que permite a las personas que puedan llegar a expresar sus necesidades y recibir la ayuda del municipio y de los voluntarios que hay feligreses y personas que han venido a ayudar”, expresó el pastor de la iglesia, Alberto Díaz.