Las montañas de Comerío no denotan más que la furia con la cual el huracán María las abrazó, como si se tratara de un incendio que no perdona. La rudeza del viento se combinó en esa zona de la montaña con el poder indomable del agua del río La Plata, que alcanzó niveles nunca antes vistos y devastación sin precedente.
En total, desaparecieron unos 1,500 hogares en Comerío y otros 2,400 fueron importadas de forma considerable.
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“Alrededor de 4 mil, un 60 % de las residencias de mi pueblo fueron impactadas total o parcialmente por el huracán María”, apuntó el alcalde de Comerío, José “Josian” Santiago Rivera, a quien encontramos sin avisar en la Oficina Municipal de Manejo de Emergencias. De acuerdo al informe preliminar del municipio sobre daños y gastos por causa del huracán, la cifra de pérdidas ascendería hasta los $434 millones.
La magnitud del desastre en dicho municipio todavía es evidente en el lodo que se ha mudado del río al interior de los comercios y casas en el centro urbano. Allí el agua de La Plata no perdonó farmacias, laboratorios, supermercados, bancos, cooperativas, oficinas médicas, estaciones de gasolina.
“Todo el casco urbano prácticamente fue invadido por el agua y el lodo del río que corrió por la Calle Georgetti”, indicó el alcalde, añadiendo que el agua tampoco perdonó barriadas y urbanizaciones completas, donde el agua alcanzó hasta 7 pies de altura.
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La compleja situación no termina ahí. En Comerío –donde residen 20 mil habitantes aproximadamente– colapsó el sistema de agua potable, luego de que el tubo que toma agua de la represa en el río para llevarla a la planta de filtración fuera dañado por María, así como el tubo que distribuye el agua a las casas, de modo que la planta de filtración no está funcionando. ¿De dónde está tomando agua la gente?
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“Pues está tomando agua de escorrentías, de quebradas y la poquita agua que yo logro llevarles de la que me han hecho llegar en botellas, pero básicamente todo el mundo está dependiendo del agua de escorrentías y quebradas por todo el pueblo”, explicó el alcalde, al tiempo que dijo que si no recibe pronto ayuda para restablecer el sistema de agua potable, Comerío podría enfrentar más temprano que tarde una seria crisis de salud pública.
“La planta de tratamiento de aguas usadas también colapsó, la tubería colapsó de manera que las aguas negras están cayendo al río La Plata, todas las aguas negras en el mismo río que muchísima gente está usando para bañarse”, relató el ejecutivo municipal.
“Yo oigo que sí, que las ayudan están, pero no percola, ese plan que ellos anuncian desde allá arriba no necesariamente este llegando acá como tiene que ser”, denunció el alcalde, el referencia a cómo el gobierno estatal ha manejado y atendido la crisis que vive el país luego del paso de María.
“Tienen que velar porque las cosas fluyan. En algún lugar se estanca la cosa y yo creo que hay mucho de eso, de estar tanto tiempo en aquel Centro de Convenciones que es como una burbuja, allí no se siente el dolor del pueblo, tienen que salir y ver lo que está pasando”, apuntó Santiago, al tiempo que aseguró que han sido los empleados municipales quienes se han encargado de la limpieza y recogido de escombros de las carreteras estatales más las que son responsabilidad directa del municipio.
También denunció que el municipio no había recibido ni un solo camión de diesel de ayuda estatal. Tampoco se le había entregado el teléfono con señal de satélite que el gobernador Ricardo Rosselló prometió a los alcaldes dos días después del paso del huracán.
Residentes reclaman ayuda
En uno de esos riachuelos a donde los comerieños acuden a suplirse de agua, se encontraba ayer Maritza Rodríguez Otero, de 60 años. “Como no teneos agua, tenemos que venir a estos riachuelos para coger, porque lamentablemente en Comerío no nos está llegando ayuda”, apuntó la mujer.
“En el área donde nosotros vivimos hasta el momento no ha llegado nada”, aseguró Rodríguez, quien reside en sector Media Luna del barrio Doña Elena Abajo.
“Aquí vienen hasta a lavar la ropa, a bañarse, tenemos que mucha gente que se baña también porque es que no tenemos nada, no hay nada”, continuó. Según Rodríguez, la devastación que vive el pueblo jamás la había visto antes. Aunque dijo recordar que en otras ocasiones el río La Plata se había salido de su cauce, las inundaciones provocadas por el huracán María no tienen precedente. “Comerío está bien destruido”, apuntó, al tiempo que recordó que al salir de su casa luego del huracán “parecía que había caído una bomba en el pueblo”.
“Mi hermana perdió su casa porque el río se le metió dentro, la de mi hermano, la tierra se abrió y la casa se fue abajo, el otro perdió las puertas, todos tenemos daños”, expresó. La mujer aseguró que la comida ya está escasa en el municipio, pues aunque se prepararon con suministros, no pensaron que la emergencia superaría las dos semanas del paso de María, cumplidas ayer. En el único supermercado abierto en la zona urbana de Comerío, los artículos también comienzan a escasear.
Rodríguez indicó que para poder retirar algo de dinero efectivo de su cuenta de banco, tuvo que ir hasta Bayamón y para suplirse de artículos de comida, llegó hasta Guaynabo, aunque luego de hacer una larga fila se topó con que el supermercado tampoco tenía suficientes artículos.
“Comerío está muy grave”, apuntó por su parte, Ángel Santiago. “Yo me levanté llorando al ver mi pueblo destrozado”, recordó sobre el momento en que salió de su residencia luego del paso del huracán. Santiago, nacido y criado en Comerío, es paciente psiquiátrico y diabético. Aseguró que ante la falta de hielo y energía eléctrica, ya no contaba con su medicamento de insulina. “No tengo porque sin hielo se daña”, afirmó.
“Estamos pasando por una crisis que nunca hemos experimentado. Yo pasé George (huracán George) y para mi fue una crisis muy grande, pero como esto, esto fue devastador, fue demasiado y las agencias pertinentes nos han dado la espalda”, apuntó el hombre de 58 años.
Otra residente del barrio Doña Elena Abajo aseguró que la ayuda simplemente no ha llegado. “Todavía nada”, expresó Rosa María Rodríguez Robles.”Lo que den a uno, bien recibido, porque las cosas no están buenas”, añadió la comerieña de 74 años. La casa de Rodríguez Robles fue una de las cientos de residencias que perdieron el techo en el municipio.
“Yo estuve llorando hasta los otros días”, expresó Rodríguez Robles. El negocio de la mujer, ubicado justo al lado de su residencia, fue devastado en su totalidad por el huracán.
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Ayer, 14 días después del huracán, del paso del huracán, unas 109 personas continúan refugiadas en Comerío, incluyendo cinco encamados y personas con diagnósticos de condiciones que ameritan atención especial. Carielis Santiago Cabrera tiene 15 años y es paciente de mielomeningocele, espina bífida e hidrocefalia. Fue rescata junto a sus padres el día del huracán. Su padre relató la pesadilla que vivieron.
“Estábamos durmiendo cuando a mi me dio con levantarme para ir a la sala y me encontré con el agua casi llegándome al tobillo, ya el río estaba metí’o”, recordó Ricardo Santiago Torres. “Llamé a mi esposa y le dije, ‘mira, se metió el agua a la casa’. Entonces la sequé hasta la sala y a mi nena. Yo viro para los cuartos y entonces explotó la puerta de la cocina, una ola de agua entró”, continuó el hombre de 50 años.
Yo veo que mi nena se empieza a asustar. La nevera se cayó hacia el frente y decidí trepar a mi nena en la nevera y la mantuve a flote con mi esposa sujetando la nevera. Cuando trato de abrir la puerta de la sala, la puerta no abre, entonces me asomo por la ventana del frente. Cuando miro el río ya está metí’o al nivel de la ventana”, relató Santiago. En un acto heroico, fueron los vecinos de la familia quienes, haciendo una cadena humana y apoyándose de una manga, lograron rescatar a Santiago, su esposa y su hija.
Historias como esa hacían eco en el refugio instalado en la Escuela Superior Vocacional Antolín Santos, que además llevaba ya dos días sin luz, luego de que se dañara el generador de electricidad que les suplía energía.
“Perdí hasta las paredes de la casa, allí no quedó nada, solo destrucción”, dijo Johanna González, de 29 años. La mujer residente del barrio Palomas Abajo, llegó al refugio un día después del huracán, junto a su esposo y sus cuatro hijos.