Se refugiaron en casa de un familiar, en la misma calle donde residían, tratando de salvaguardarse de las ráfagas del huracán María, que prometía arrancar el techo de madera y zinc de su hogar, pero Natalie, su hija de tres años y su mamá, jamás pensaron que la furia del sistema atmosférico les arrebatara todo, salvo sus vidas.
“No quedamos dos casas después de la de nosotras, en la casa de una tía. Desde allí pudimos observar cómo se fue cada una de las planchas de zinc”, relató Natalie Méndez Salgado, de 30 años.
PUBLICIDAD
La noche del jueves Natalie y su familia acudieron al refugio habilitado en la Escuela Superior Pedro Albizu Campos en Levittown en Toa Baja. Su casa en el sector Villa Hostos del Barrio Campanillas fue pérdida total, al igual que las pertenencias al interior, luego de que el caño que colinda con el sector se saliera se cauce en niveles nunca antes vistos e inundara prácticamente todo el vecindario.
“Perdimos todo. Estamos aquí porque no tenemos dónde dormir”, apuntó Natalie. “El caño se salió, llegó casi como 4 o 5 pies, casi hasta el cuello de las personas. La guagua de mi mamá se tapó completa, nos quedamos sin nada, todo se perdió, los matres, juego de sala, cocina, ropa, estuvimos par de horas con la inundación porque creo que soltaron la represa y eso hizo que el agua entrara con más fuerza”, relató, aún sin una explicación de por qué la inundación alcanzó niveles tan altos.
Si bien se registraron hasta 40 pulgadas de acumulación de agua en todo Puerto Rico, varios barrios y urbanizaciones de Toa Baja, incluyendo Levittown, recibieron niveles históricos de inundación luego de que se abrieran las compuertas de la represa del lago La Plata, provocando el desborde de ríos y lagos conectados a ese cuerpo de agua. Campanillas fue uno de esos barrios.
De su sector, aseguró Natalie, no quedó un sólo techo de madera y zinc. Tampoco se salvaron las casas de cemento. “Aunque fuera de cemento, la inundación lo dañó todo”, apuntó.
En la inundación, su madre Natalia perdió incluso su silla de ruedas, esencial para su diario vivir, luego de una fractura en el pie que desde antes del huracán la mantiene impedida de caminar más de algunos pasos.
PUBLICIDAD
“Yo tuve una caída y de esa caída tuve una fractura en la tibia donde todo mi pie se desmoronó, tuve fractura abierta en cuatro pedazos”, relató Natalia Salgado Rivera, la madre de Natalie.
Ayer, en una coordinación de Metro Puerto Rico y Metro Pavia Health System, se le entregó a Natalia una silla de ruedas en el refugio donde aún permanece.
“Esto me ayuda un montón, porque a mi se me hincha mucho la pierna. Yo puedo caminar de aquí a allí pero no caminos largos y la silla me va a ayudar muchísimo porque yo estaba cohibida completamente, no podía tener acceso a muchos movimientos”, dijo Natalia, agradecida luego de haber recibido la silla.
En dicho refugio se encuentran otras 50 personas aproximadamente. Al momento, alrededor de la isla unas 15 mil continúan refugiadas.