Una nueva ola de violencia étnica se vive en la República de Myanmar, en el sudeste asiático. Desde que el 25 de agosto un grupo insurgente de la etnia rohinyá atacara a un edificio de la sede de la policía, el ejército birmano ha respondido con dureza. Cientos de personas han sido asesinadas y pueblos enteros han sido quemados.
Los rohinyás son una etnia musulmana de aproximadamente 730.000 personas, según datos de la ONU. Habitan en el estado de Rakáin, en la costa oeste del país. Al norte, la región comparte frontera con Bangladesh. Hacia este país han huido casi 370.000 personas en los últimos días.
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Pero esto no es nuevo. Según explica a Metro Phil Robertson, director general adjunto de la División Asia de Human Rights Watch con sede en Bangkok, Tailandia, el gobierno birmano ya había llevado a cabo masacres contra los rohinyá en 2012 y 2016.
Las discriminaciones, negaciones de nacionalidad y violaciones a sus derechos humanos les excluyen de los sistemas de salud y educación del país. Es por esto que Naciones Unidas les ha llamado “uno de los pueblos más abusados en el mundo”.
Debido a la escalada de violencia de las últimas semanas es que el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al Hussein, aseguró que lo que puede estar pasando es una “limpieza étnica”.
El Gobierno birmano debe dejar de pretender que los rohinyás queman sus propias casas y devastan sus propios pueblos”, agregó al Hussein
Mientras China, actor clave e influyente en las políticas de la región, ha manifestado su apoyo al gobierno birmano. “Creemos que la comunidad internacional debería apoyar los esfuerzos de Myanmar por preservar la estabilidad de su desarrollo nacional”, dijo en rueda de prensa el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino.
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Una premio Nobel de la Paz involucrada
Aung San Suu Kyi es Consejera de Estado de Myanmar, o Birmania. Premio Nobel de la Paz en 1991 y reconocida defensora de la democracia y los derechos humanos en Asia, era la depositaria de las esperanza de mejora de miles de ciudadanos del país.
Pero en los últimos años ha sido duramente criticada por su inacción para detener la masacre contra los rohinyá.
“Ella debería ser una autoridad moral, basada en su popularidad a nivel nacional en Myanmar”, dice Phil Robertson. “De hecho, muchas personas en el mundo se están tomando la cabeza, preguntándose porqué no lo ha hecho hasta ahora. Continuar con su silencio le hace cómplice”, asegura.
“Los generales de Myanmar están cometiendo crímenes de lesa humanidad y necesitan ser tratados como los parias que son”
Phil Robertson, director general adjunto, División Asia, Human Right Watch
¿Qué está pasando?
– Después de que un oscuro y mal armado grupo de insurgentes rohinyás atacasen una estación de policía el 25 de agosto, el ejército birmano respondió con disparos, bombardeos y ataques incendiarios generalizados que quemaron cientos de aldeas étnicas rohinyás, al norte del estado de Rakhine. Cientos han sido asesinados, y estamos investigando acusaciones de al menos cinco masacres masivas. Esto ha provocado que más de 370.000 refugiados rohinyás hayan viajado hacia Bangladesh en 18 días. Muchos están llegando con heridas de bala y de metralla, y sin haber comido nada durante días.
¿Desde hace cuánto se está desarrollando esta situación?
– Con la última llegada de 370.000 personas, sumado a los 300.000 refugiados rohinyás que ha estaban en Bangladesh después de sendas masacres en 2016 y 2012, creemos que casi la mitad de la población rohinyá está siendo sacada de Myanmar.
¿Por qué el gobierno de Myanmar está llevando a cabo lo que Naciones Unidas ha llamado una “limpieza étnica”?
– El ejército de Myanmar ve a los rohinyás como extranjeros de Bengala, más allá del hecho de que los rohinyás han estado presentes en el estado de Rakhine por generaciones, habiendo nacido y vivido todas sus vidas ahí.
¿Cuál es el rol que Aung San Suu Kyi, Nobel de la Paz birmana, puede ocupar en la situación?
– Aung San Suu Kyi debería ser una autoridad moral, basada en su popularidad a nivel nacional en Myanmar, para demandar el cese de la campaña de limpieza étnica que está llevando a cabo el ejército del país contra los rohinyás. Aunque la Constitución del 2008 no le da técnicamente un rol determinante en asuntos de seguridad, ella puede hacer mucho solo hablando y demandando al ejército terminar sus acciones.
¿Hay alguna solución?
– Son los generales del ejército quienes pueden detener esta limpieza étnica, así que hay que presionarlos directamente. La mejor manera de avanzar es que el Consejo de Seguridad de la ONU imponga un embargo global sobre la venta de armas al ejército de Myanmar y que países como Australia, Reino Unido, Estados Unidos y otros suspendan cualquier entrenamiento militar o en cualquier tema. Los generales de Myanmar están cometiendo crímenes de lesa humanidad y necesitan ser tratados como los parias que son.