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Vecinos de San Martín afrontan situación desesperada

Luego del paso del poderoso huracán Irma

Irma IRMA-CARIBE

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PHILIPSBURG, San Martín — Dominga Tejera caminaba como podía entre palmeras que se pudrían en el lodo, para regresar a casa tras una jornada de nueve horas como conserje en un hospital de una isla caribeña que hasta hace poco parecía un paraíso.

Se derrumbó en una pequeña silla de plástico que ha servido como cama improvisada desde que el huracán Irma arrancó el tejado de su casa a su paso sobre San Martín como tormenta de categoría 5.

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“Es triste volver a casa para encontrar esto”, dijo mientras rompía a llorar. “Una intenta mantenerse fuerte en público, pero una vez dentro, se desmorona”.

Cientos de personas en toda la isla de San Martín, dividida en dos territorios bajo gobierno holandés y francés, intentaban reconstruir el martes las vidas que tenían antes del golpe del huracán Irma. La gente celebraba cosas como una brisa vespertina poco habitual que despejó el aire cargado en medio de un apagón generalizado, o se reía cuando un locutor de radio anunciaba con entusiasmo: “¡El dentista ha abierto!”.

Pero como Tejera, muchos tenían problemas para conservar algo parecido a la vida que tenían antes, asediados por el hambre y la sed.

“Aquí no hay comida. Aquí no hay agua”, dijo Germania Perez, de 70 año.

La ayuda empezaba a llegar a la isla procedente de los gobiernos holandés y francés, otras naciones y organizaciones privadas. Un buque militar francés con suministros esperaba llegar el viernes, coincidiendo con una visita del presidente de Francia, Emmanuel Macron.

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El rey Guillermo-Alejandro de Holanda, que llegó el lunes, dijo que las escenas de devastación que había presenciado en San Martín tras el huracán eran las peores que había visto.

“He visto muchas zonas de guerra en mi vida, pero nunca he visto nada como esto”, dijo en imágenes emitidas por la cadena holandesa NOS.

El monarca dijo sentirse alentado de ver a los habitantes trabajando juntos para reconstruir la dañada capital, Philipsburg. El martes tenía previsto viajar a las cercanas islas holandesas de Saba y St. Eustatius, también afectadas por el huracán.

Cientos de turistas seguían intentando salir de la isla y había docenas de personas esperando en fila en el aeropuerto Princess Juliana, que sólo conservaba cinco de las letras en el letrero con su nombre.

Un pasajero sin identificar abandonó a un Yorkshire terrier llamado Oliver, que quedó atado a una barricada con cinta de seguridad del aeropuerto, cuando se dijo a algunas personas que no podían llevar mascotas. El pequeño animal fue rescatado más tarde por un vecino local que sintió lástima por él.

Mientras los extranjeros se apresuraban a salir de la isla, los que se quedaban seguían buscando alimento y algo que beber. El cobijo también era una preocupación creciente para muchos.

En toda la isla había autos volcados, algunos sobre otros vehículos. Algunos barcos grandes descansaban de costado en tierra firme.

“La destrucción es de una escala bíblica”, dijo Raju Budhrani, de 51 años. “Es como se ve en las películas. En realidad es peor que eso”.

Irma ha matado al menos a 35 personas en el Caribe, 10 de ellas en Cuba. Es la peor cifra de muertos en la isla desde los 16 muertos por el huracán Dennis en 2005.

Las labores de recuperación comenzaron el lunes en Habana, donde había trabajadores retirando miles de árboles caídos y se restauró el servicio eléctrico a varios barrios. Las escuelas permanecían cerradas.

Hacia el este del Caribe, en las islas de Sotavento, famosas por ser destinos habituales de ricos y famosos, los gobiernos locales fueron censurados por no reaccionar con rapidez ante el huracán, que arrasó numerosos poblados y dejó las colinas verdes y frondosas con simple rastrojo. Los vecinos reportaron desabastecimiento de comida, agua y medicamentos, así como saqueos.

Gran Bretaña envió un barco de la Armada y casi 500 tropas a las Islas Vírgenes Británicas, Anguilla y las islas de Turcos y Caicos.

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