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Alzan voz de alarma ante erosión "acelerada" de las playas

La magnitud del problema en muchas playas es preocupante, mientras que en otras el dilema es distinto

Maritza Barreto Orta Foto: Suministrada

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Por: Víctor Torres Montalvo / @motinsitepegas

Una investigación ejecutada por la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras hizo resurgir la preocupación de la erosión en las playas de la isla, debido a que varias de estas zonas presentan una pérdida “severa” de terreno.

El proyecto titulado Estado de la Costa de Puerto Rico y dirigido por Maritza Barreto Orta, profesora de la Escuela Graduada de Planificación de ese campus, buscó comparar las dimensiones de las playas entre los años 1973 y 2010. La doctora y un grupo de alumnos estudiaron los cambios de 4,324 estaciones de playa durante esos 37 años.

¿Los resultados? Hubo más erosión que ganancia de arena en general.

El estudio, elaborado por la Red de Playas de Puerto Rico y el Caribe —adscrita a la Escuela— utilizó fotos aéreas históricas, imágenes de satélites y la herramienta de sistemas de información geográfica para crear la Línea de Costa Digital y, así, estudiar los cambios. Es el primer estudio de esta magnitud.

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El resultado de la comparativa arrojó que el 60% del total analizado presentan una tasa de pérdida de playa de -0.11 a -2.0 metros por año. “Al ser tan rápida la pérdida expone […] a zonas de infraestructura y a áreas recreativas. […] La costa, está enferma. Si ahora viene una marejada, un huracán o un evento extraordinario el impacto sería mucho más peligroso”, apuntó la también directora de la Red de Playas en entrevista con Metro.

El 40% restante de las costas medidas han ganado arena.

A juicio de Barreto Orta, la erosión ha ido en aumento, pero no para todas las playas. Hasta el 2010, se identificó que las playas con erosión “muy alta” (-1.21 a -2.0 metros por año) se encuentran en zonas de Dorado, Loíza, Arroyo, Toa Baja y San Juan.

Por ejemplo, en las playas de Parcelas Suárez, Villa Cristiana y otras zonas de Loíza la erosión se ha llevado entre 30 y 60 metros durante el tiempo estudiado. En Ocean Park, una zona turísticamente atractiva, han sido de 23 a 34 metros perdidos.

A lo largo del tiempo, los causantes del problema han sido las actividades humanas, la ubicación de los rompe olas, huracanes, marejadas por frentes fríos, cambios en el uso de terrenos y la extracción de arena.

Esta última hace un tiempo que no se da, pero en los años 60 y 70 la práctica se usó para construcción, de acuerdo con la doctora.

El impacto humano también provoca problemas. Según explicó la geóloga marina, algunas planificaciones de proyectos no toman en cuenta el proceso cambiante de las playas, por lo que algunos terminan por perderse o sufrir daños. “Se desarrollan infraestructuras que no van con el área, que están mal construidas y mal posicionadas”, precisó.

Por tal razón, Barreto Orta exhortó a que se implemente una política pública dirigida a convertir las playas en áreas resilientes ante los impactos de eventos naturales, humanos y manifestaciones del cambio climático. También que se nombren las costas como “infraestructura vital” del país.

Ruperto Chaparro Serrano, especialista en recreación marina, concurrió con las conclusiones de la profesora en cuanto a la gravedad del asunto, al entender que la erosión viene en “aceleración”. En cuanto a los causas, el aumento en los niveles del mar ha cobrado fuerza.

“Con el calor que está haciendo, el agua de mar se expande. Toda esa agua que está llegando de los glaciares que se están derritiendo han aumentado el nivel del mar. Eso está en los mariógrafos que tenemos en Puerto Rico, en los cuales hemos notado un incremento que se ha disparado en los últimos diez años”, indicó.

El director del programa Sea Grant Puerto Rico —que opera en los recintos de Mayagüez y Humacao de la UPR— explicó que la erosión podría afectar que las tortugas decidan no desovar en nuestras playas. Chaparro Serrano también estuvo de acuerdo en que un mal deslinde de la propiedad privada y el área pública al construir puede afectar la costa.

En la investigación, auspiciada por la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) y la División de Zona Costanera del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) con una inversión de $95,000 dólares, colaboraron los estudiantes Laura Marti, Alejandro Reyes, Leticia Silva, Tatiana Gladkikh, Elizabeth Díaz, Willie Colón, Nahir Cabrera, Dariel Narvaéz, Orlando Santaella, Zulimar Alvira y Aileen Aponte.

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