Al día siguiente de que el presidente Donald Trump discutió con reporteros en vivo en la televisión sobre los responsables de la violencia durante un mitin de supremacistas blancos, los colaboradores de la Casa Blanca quedaron atónitos, los asesores susurraron sus frustraciones, algunos aliados empresariales cortaron sus vínculos públicos con el presidente y a éste no se le veía.
Pero el vicepresidente Mike Pence se mantuvo firme en su defensa.
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En una conferencia de prensa en Santiago de Chile, a 8.000 kilómetros (5.000 millas) de distancia de Washington, Pence defendió firmemente al mandatario, aunque sin avalarle ni censurarle sus palabras.
“Lo sucedido en Charlottesville fue una tragedia, y el presidente ha sido claro en torno a esta tragedia, al igual que yo”, respondió Pence a un reportero durante la gira de una semana que hizo por algunos países de América Latina. “Hablé largo y tendido sobre esta situación desgarradora el domingo en la noche en Colombia, apoyo al presidente y me atengo a lo ya dicho”.
Una y otra vez, Pence _con discreción serena, lealtad incuestionable y disciplina imperturbable en el discurso_ ha defendido a Trump y minimizado los problemas del mandatario en el momento, al tiempo que parece consciente del peligro político de convertirse en el principal portavoz del impopular presidente.
Aunque nunca ha flaqueado en el apoyo a su jefe, Pence no repite sus declaraciones ampulosas. El vicepresidente es un maestro en esquivar, mantenerse a distancia segura y hacer que las frases más escandalosas de Trump suenen razonables.
Después de siete meses en el cargo, Pence domina el arte de administrar los exabruptos del presidente.
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En relación a los hechos de violencia en Charlottesville, Virginia, Pence fue un defensor leal de Trump, pero no avaló el punto de vista del mandatario de que tanto los grupos de odio como los contramanifestantes eran responsables de lo ocurrido. Y tampoco se metió al controvertido tema de si el retiro de los monumentos dedicados a la Confederación constituye un ataque a la “cultura”.
Después de los sucesos violentos del fin de semana anterior, mientras Trump era blanco de intensas críticas por no desafiar específicamente a los supremacistas blancos y racistas que se reunieron en Charlottesville, Pence simplemente dijo lo que el mandatario omitió.
“Ayer, el presidente Trump condenó clara e inequívocamente la intolerancia, la violencia, y el odio que ocurrieron en las calles de Charlottesville”, afirmó Pence el domingo pasado, al tiempo que mencionó por su nombre a los supremacistas blancos, a los neonazis y al Ku Klux Klan.
El vicepresidente cuida lo que dice, y los demócratas están muy pendientes de él porque suponen que podría postularse a la presidencia en 2020 si Trump no busca la reelección.
El equipo de Pence parece muy preocupado ante las aseveraciones de que el vicepresidente está preparando una campaña, y reaccionó con enfado ante un artículo del New York Times según el cual múltiples asesores de él habían dejado entrever a donadores del partido que el exgobernador de Indiana podría optar por postularse en 2020 si Trump no busca un segundo periodo, una suposición ampliamente compartida en Washington.