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Museos del sur de EEUU finalmente confrontan esclavitud

AP

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WALLACE, Luisiana, EE.UU. (AP) — Esculturas de cerámica de niños esclavos con los ojos demacrados sacuden a los visitantes de la Plantación Whitney, al oeste de Nueva Orleáns, cuyo propietario John Cummings decidió que debía ofrecer a los visitantes no solo el ambiente bucólico que disfrutaban los patrones antes de la guerra civil sino también una mirada reveladora de lo que fue la esclavitud en el sur del país.

Cummings, un abogado y empresario de bienes raíces, abrió la plantación al público hace más de dos años, presentándola como un museo de la esclavitud, que no propaga una visión romántica del sur que ignora a menudo el flagelo de la esclavitud. Sí, hay robles que se arquean sobre senderos que conducen la vivienda principal, llena de antigüedades de la época. Pero también hay un impactante monumento de un artista a los esclavos asesinados después de una fallida revuelta: varias hileras de estacas con reproducciones de cabezas decapitadas de hombres de raza negra.

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Whitney, un hombre blanco de 80 años, compró el lugar hace más de 15 años como inversión. Pero se dio cuenta de que representaba algo más al revisar documentos relacionados con la vieja plantación de azúcar y con otras operaciones a lo largo del río Mississippi. Encontró inventarios de seres humanos cotizados como si fuesen ganado e información sobre mujeres ofrecidas como ganado para la cría que estremecieron a este hombre rico y educado del sur.

“Me pregunté, ¿por qué diablos yo no sabía nada de esto?”, recuerda Cummings. Esto dio paso a años de investigaciones y consultas con historiadores, y a la transformación de la plantación en una sitio que ofrece arte, historia y un recordatorio de las víctimas.

El panorama que pinta Whitney puede ser el más tremendo, pero no es la única plantación que decidió abordar el tema, según Justin Nystrom, profesor adjunto de historia de la Universidad de Loyola en Nueva Orleáns.

“Durante mucho tiempo se propagó la fantasía de las noches encantadoras y las magnolias”, dijo Nystrom. “Esa visión del sur está muriendo”.

Norman Marmillon, que coordina las visitas a la Plantación Laura, dice que la gente quiere conocer la historia real de los esclavos y de sus propietarios.

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“Es algo que vengo haciendo desde hace 25 años”, manifestó.

Mientras que Whitney ofrece una amplia mirada a la esclavitud en Luisiana en general, Marmillon dice que su tour refleja únicamente lo que sucedió entre los esclavos y los dueños de Laura. La información es sacada de 5.000 páginas de documentos preservados por la familia que fue la dueña original de la plantación, entre ellos los de Laura Locoul Gore, cuyos relatos fueron descubiertos tras su muerte en 1963, a los 101 años de edad.

La mujer escribió acerca de su infancia en la época inmediatamente posterior a la guerra civil y de cómo descubrió las crueldades de la esclavitud, incluida la forma en que se marcaba a los esclavos, como si fuesen animales.

La tendencia de las plantaciones a mostrar la brutalidad con que se trató a los esclavos coincide con el revuelo generado por un debate en torno a monumentos de los héroes de la Confederación, muchos de los cuales están siendo retirados.

“Creo que la experiencia de la esclavitud va a ser vital en las visitas a las plantaciones a medida que pasa el tiempo”, manifestó Nystom.

Algunas plantaciones ofrecen información sobre la esclavitud al tiempo que reflejan la grandeza del viejo sur. El portal de la Plantación Destrehan publicita su centro educativo en la que supo ser la cabaña del capataz, incluida una sección dedicada a una de las revueltas de esclavos más grandes de la historia. La misma página tiene imágenes de dos novios bajo un roble cubierto de musgos, que ofrece como sede de bodas, conferencias y reuniones de ex alumnos.

“Cuando venía a la plantación de niño, me di cuenta de que solo me mostraban la casa principal, la arquitectura y toda la riqueza, y no se hablaba de los que trabajaban aquí, de cómo era que (los dueños) tenían todo lo que tenían”, comenta Demond “Ali” Jonnson, docente de la Whitney.

Ahora coordina visitas guiadas al lugar e informa no solo sobre su arquitectura y antiguo esplendor, sino también sobre la brutalidad de la esclavitud.

Howard cree que todavía hay mucho por hacer para confrontar el pasado. Dice que hay que poner más énfasis en el racismo que oprimió a los antiguos esclavos después de la guerra civil y en la humanidad de los cautivos que hicieron de las plantaciones sitios deslumbrantes.

“En medio de su terrible existencia, luchaban, disfrutaban y celebraban la experiencia humana”, expresó Howard. “Nacían niños, había bodas. Todas las cosas que experimentamos como seres humanos”.

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