WASHINGTON – El gobierno estadounidense siempre ha dicho que el crimen organizado ruso es una amenaza para las instituciones democráticas y esas inquietudes podrían generar renovado interés en las actividades del bajo mundo entre los agentes que investigan los esfuerzos rusos por interferir con el proceso electoral norteamericano.
No está claro hasta qué punto la investigación que adelanta el fiscal especial Robert Mueller se enfocará en el bajo mundo de Moscú, pero ya ha seleccionado algunos abogados con experiencia en la lucha contra el crimen organizado. Y a medida que su equipo se enfoca en las relaciones económicas entre allegados al presidente Donald Trump y funcionarios rusos, la investigación podría explorar de nuevo los contactos entre el crimen organizado y los servicios de inteligencia rusos.
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El crimen organizado se ha manifestado tradicionalmente de formas convencionales, mediante lavado de dinero, fraude con tarjetas de crédito y ventas por el mercado negro.
En años recientes, sin embargo, el vínculo entre los servicios de inteligencia rusos y las bandas delictivas ha entremezclado las actividades de espionaje con la codicia, según las autoridades estadounidenses. En marzo, por ejemplo, dos hackers contratados y dos funcionarios del Servicio Federal de Seguridad Ruso fueron acusados en conexión con un ciberataque a Yahoo Inc. en el 2013.
Es demasiado pronto para saber si las bandas delictivas rusas pueden terminar siendo parte de la investigación de la interferencia con el proceso electoral, incluida la penetración de cuentas de correo electrónico del Comité Nacional Demócrata y del jefe de la campaña de Hillary Clinton. Las autoridades estadounidenses atribuyeron esos ataques a hackers de los servicios de inteligencia rusos empeñados en hundir a Clinton y favorecer a Trump. Pero también dijeron que hubo intermediarios.
Las actividades del crimen organizado ruso “no son fáciles de comprender, pero son muy peligrosas para nuestro país porque involucran muchos aspectos, a diferencia de los carteles tradicionales”, comentó el ex subdirector del FBI Robert Anderson. “Hay que saber dónde buscar y lo que se está buscando”.
Los ataques cibernéticos pueden hacer que coincidan los intereses del gobierno y de los delincuentes.
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“Una banda organizada madura”, señaló otro ex subdirector del FBI, Ron Hosko. “Lo que antes hacían mediante extorsión, ahora lo hacen a través de ciberataques”.
Además de los ciberataques, el Departamento de Justicia ha estado pendiente de la corrupción internacional.
En el 2014 el secretario de justicia de entonces Eric Holder se comprometió a recuperar grandes sumas que se cree fueron robadas durante el gobierno de Viktor Yanukovych, el presidente ucraniano derrocado ese año.
Esos esfuerzos hicieron que el FBI reparase en Paul Manafort, director de la campaña de Trump que asesoró a Yanukovych y que está siendo investigado.
Llevar a juicio a los implicados no resulta sencillo. Con frecuencia, los hackers extranjeros o los que son contratados por otros gobiernos, incluidos China, Irán y Rusia, están fuera del alcance de la justicia estadounidense.