La fabricante japonesa de bolsas de aire Takata Corp. se declaró el lunes en bancarrota en Tokio y Estados Unidos, alegando que es la única manera de asegurar que podrá seguir proporcionando reemplazos para los infladores defectuosos de bolsas de aire vinculados con la muerte de al menos 16 personas.
El trámite abrió camino a la adquisición de la mayoría de los activos de Takata por parte de Key Safety Systems, con sede en Detroit pero propiedad de una firma china. La operación está valorada en 1.600 millones de dólares.
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El presidente de Takata, Shigehisa Takada, dijo a la prensa en Tokio que ante la rápida pérdida de valor de la compañía, solicitar la protección por bancarrota era la única manera de seguir adelante.
Los infladores de Takata pueden estallar con demasiada fuerza, lanzando metralla en el proceso. Por el momento se han retirado 100 millones de infladores en todo el mundo, la mayor llamada a reparación en la historia de la industria automotriz estadounidense. Ello incluyó 69 millones de unidades en Estados Unidos correspondientes a 42 millones de vehículos.
“Estamos en una situación sumamente difícil y teníamos que hallar la manera de seguir suministrando nuestros productos”, dijo Takada. “Como fabricante de partes para la industria automotriz, si no mantenemos suministro estable las repercusiones se harían sentir en toda la industria. No había alternativa”.
Takada agregó que renunciará a la administración de Takata una vez que sea entregada a Key Safety Systems y que se compruebe que las operaciones avanzan sin problemas.
“Sería una gran molestia para la nueva gerencia si alguien como yo se mantiene involucrado en la administración”, expresó Takada.
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El anuncio de Takata, fundada en 1933 como fábrica textil, llevó a la Bolsa de Valores de Tokio a sacarla de su lista.
Bajo el acuerdo logrado con Key, Takata seguirá fabricando los infladores para reemplazar a los defectuosos en el proceso que está siendo manejado por 19 empresas afectadas.
Takata usará parte de las ganancias procedentes de la venta para reembolsar a los fabricantes, pero los expertos estiman que las empresas seguirán teniendo que financiar parte de las reparaciones.