Al menos diez personas fueron asesinadas durante el fin de semana en el estado de Veracruz, al este de México, entre ellas cuatro menores y el mando de la policía federal en la entidad. La ola de ejecuciones tiene lugar días después de que el gobernador Miguel Angel Yunes endureciera su discurso de lucha contra la delincuencia organizada.
“El día de hoy cometieron una barbaridad terrible”, dijo Yunes el sábado por la noche en un video publicado en redes sociales, en el que confirmó el asesinato del coordinador de la policía federal, Camilo Castagné, en la localidad de Cardel, así como el de una familia completa formada por cuatro niños y dos adultos en Coatzacoalcos, y el de dos mujeres en la localidad de Orizaba.
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En el video, Yunes dijo que junto a Castagné fueron ejecutados otros dos policías. Sin embargo, el domingo corrigió el dato: solo uno murió y el otro resultó herido.
“No nos estamos enfrentando a seres humanos. Nos estamos enfrentando a bestias, a cobardes, a viles, a personas que son capaces de asesinar a niños con tal de tener secuestrados a los veracruzanos”, agregó. “No vamos de ninguna manera a permitir que esta situación continúe. No vamos a permitir que la delincuencia organizada mande en Veracruz”.
El asesinato de Castagné y de un inspector ocurrió en un restaurante de Cardel, en el centro del estado, donde fueron baleados la tarde del sábado, tres días después de que Yunes, acompañado de ese comandante federal, endureciera su discurso contra los grupos criminales que operan en la entidad. El detonante fue el hallazgo de siete bolsas con dos cadáveres desmembrados frente a la oficina privada del responsable de seguridad estatal el pasado 20 de junio.
“No nos amedrentamos, no les tenemos temor, son cobardes”, reiteró el sábado el gobernador. “Vamos a hacer todo lo que sea. Veracruz no será rehén de estos animales”.
Yunes garantizó que enfrentaría “el grave problema de violencia” que vive todo el estado con “valor” e “inteligencia” y que continuarían las acciones conjuntas del ejército, la marina y la coordinación entre la policía federal, estatal y municipal. Lo que sí descartó es cualquier tipo de pacto con la delincuencia.
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“Quienes plantean como solución, si se le puede llamar así, que pactemos, sugiere que dejemos en manos de los delincuentes el patrimonio, la vida e integridad de ocho millones de veracruzanos (…) Si están actuando en contra de nuestra vida, de nuestra integridad, es porque les hemos afectado sus intereses, porque hemos afectado su actividad delictiva”, manifestó el domingo después de mantener una reunión con su equipo de seguridad, en la que acordaron ofrecer una recompensa para quien dé información sobre el asesinato de los policías y crear una fiscalía especial para investigar el asesinato de la familia de Coatzacoalcos.
La violencia en este estado repuntó durante el mandato del exgobernador priísta Javier Duarte (2010-2016), ahora preso en Guatemala y acusado de distintos delitos de corrupción, pero se recrudeció con el cambio de administración en diciembre, ahora en manos de un mandatario del Partido Acción Nacional, algo que los analistas atribuyen a reajustes típicos de la delincuencia organizada cuando cambian las autoridades.
Según las últimas cifras de la Secretaría de Gobernación, en los cinco primeros meses de 2017 asesinaron en Veracruz a 625 personas, un 93% más que en el mismo periodo del mes anterior. Este año además se encontraron casi 300 cuerpos en fosas clandestinas en distintos puntos del estado.
Durante mucho tiempo, Veracruz fue una región controlada fundamentalmente por el Cártel de los Zetas, pero ahora hay una fuerte lucha por el control del territorio con el Cártel de Jalisco Nueva Generación.
El presidente Enrique Peña Nieto condenó el domingo el ataque contra la Policía Federal en Veracruz vía Twitter y se solidarizó con los familiares de las víctimas.