MARIEL, Cuba (AP) — Las campanas de la iglesia repicaron y los cubanos colgaron banderas estadounidenses de sus ventanas cuando el presidente Barack Obama anunció en diciembre de 2014 que Estados Unidos dejaría intentar de empujar a Cuba hacia el colapso.
La nueva política de deshielo de Obama desató una oleada de visitantes estadounidenses, llevando dinero al emergente sector privado de Cuba. Incluso cuando la economía centralizada sufrió su primera recesión en casi un cuarto de siglo a varios cubanos les fue mejor.
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Pero la mayoría permaneció en una agobiante lucha diaria y el júbilo se convirtió en resignación.
Se espera que el presidente Donald Trump dé el viernes un giro de 180 grados en la política de Estados Unidos hacia Cuba de los últimos tres años durante una visita a Miami y retome el objetivo de la Guerra Fría de privar de efectivo al sistema cubano mientras incita a la población a derrocarlo.
Sobre la mesa están la reducción de viajes de Estados Unidos a Cuba y la prohibición de comerciar con el conglomerado ligado al ejército que controla gran parte de la economía de la nación caribeña.
Los cubanos esperan lo peor. A lo largo de la isla gente de todas las edades, profesiones y creencias políticas consideran que aumentarán las tensiones, habrá menos visitantes estadounidenses y tendrán más problemas para ver a sus parientes en Estados Unidos. Y aunque algunos exiliados cubanos en el sur de Florida lo festejan, otros cuestionan si es correcto deshacer un camino que aumentó el número de isleños económicamente independientes del gobierno.
En 1980 unos 125.000 cubanos salieron en buques del Puerto Mariel rumbo a Estados Unidos en el mayor éxodo de refugiados de la historia moderna cubana. Hoy la ciudad, a unos 50 kilómetros al oeste de La Habana, es hogar de las principales instalaciones de carga del país, adonde llegan contenedores con suministros, entre otras cosas, para la floreciente industria turística cubana.
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A unos kilómetros de las compuertas de la terminal marítima, Yosvani Reinoso, de 42 años, trabaja como cerrajero en un puesto de la plaza principal de Mariel.
Desde que Estados Unidos restableció las relaciones con Cuba no vio una gran mejoría en su vida, pero el inicio de los vuelos comerciales tras medio siglo de interrupción le dio a su esposa la esperanza de poder visitar a su hijo de 19 años que emigró hace dos a Estados Unidos.
A él le preocupa que los vuelos más económicos y convenientes sean cosa del pasado ante el inminente cambio político de Trump.
“Lo mejor que puede pasar entre estos dos países es que se acabe todo eso que hay, que todo sea normal. Vamos a quitar esto y aquello y que todo sea amplio”, dijo Reinoso. Que “se pueda ir allí (al consulado) y ella diga ‘yo quiero ir a ver a mi hijo’, saco mi pasaje y voy un fin de semana”.
En La Habana, el estilista Dioslans Castillo, de 53 años, señaló que la visita en 2016 de Obama a La Habana y su llamado a los cubanos para tomar control de su futuro económico lo inspiró. Él intenta ahora abrir un bar con comida gourmet y actividades culturales para los cubanos de la comunidad gay.
“Obama incentivó el emprendimiento (desde el punto de vista psicológico)”, explicó Castillo. “La visita de Obama influenció sobre la sociedad en que la gente vio que había la llamada apertura, muy a pasos lentos… Pero al llegar Trump todo ha caído”.
Previo al anuncio del viernes y hablando desde Miami, donde trabajó con grupos cubanoamericanos anticastristas, el disidente cubano Antonio Rodiles dijo que él y varios isleños apoyan los planes de Trump.
“Muchas pero muchas personas me dicen que hay que apretar de una vez por todas”, expresó Rodiles. “Muchas personas que encuentro en la calle tienen criterios más verticales que los míos”.
También desde Miami, Roberto Pique, quien salió de Cuba rumbo a Florida a los 15 años en 1961, manifestó que aunque quiere que la familia Castro deje el poder, las acciones de Obama habían permitido que los cubanos tuvieran más acceso a la información.
El número de cubanoamericanos que viajan a Cuba aumentó y el gobierno abrió cientos de puntos públicos con Wi-Fi desde el deshielo, aumentando el acceso a internet.
“Obama era un hombre muy sabio. Tenía algo en mente, como un juego de ajedrez con esa gente, los comunistas”, dijo. “Los cubanos tienen más acceso a lo que está pasando en el mundo porque hay mucha gente viajando para allá”, agregó Pique, un funcionario jubilado.
“No creo que nada de lo que haga (Trump) nos ayude a deshacernos de esos comunistas en Cuba. Por desgracia, han sobrevivido a cosas peores”, se lamentó.
Incluso los opositores a la política de Obama dijeron no esperar demasiado de la propuesta de Trump.
“Él hará las mismas promesas que los últimos 10 presidentes hicieron a los cubanoamericanos aquí en Miami y no pasa nada”, dijo Raúl Masvidal, de 75 años, un asesor financiero que llegó a Estados Unidos en 1960 desde Camagüey. “Fuera de la invasión de Bahía de Cochinos en 1961, cuando uno realmente mira hacia atrás en 50 años nada se hizo. Castro todavía está allí con un nombre diferente”.
Parado frente a una escuela primaria en Mariel, el maestro Juan Manuel Lemus, de 56 años, aseguró que esperaba que la apertura de Obama motivara a los cubanoamericanos a invertir en su modesta ciudad industrial natal de la misma forma que varios invirtieron dinero en centros turísticos como La Habana.
“Hay muchos estadounidenses y cubanoamericanos que tienen familia aquí y las inversiones nos vendrían bien”, manifestó Lemus.
Pero su principal preocupación es mucho más personal, pues tiene a su hijo mayor viviendo en Estados Unidos. “Tengo miedo sí, si Trump corta más las relaciones”, indicó. “Está en Tampa, él pinta edificios y mientras más fluido todo sería mejor. Me convendría más”.