LONDRES – La estación ferroviaria junto a la Manchester Arena reabrió el martes, más de una semana después del ataque suicida que dejó 22 muertos y decenas de heridos al finalizar un concierto.
El alcalde Andy Burnham el secretario de Transportes, Chris Grayling, colocaron ofrendas florales en la estación Victoria, que también sufrió daños en la explosión.
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Burnham dijo que la ciudad se unió para superar “lo que ha sido nuestra semana más sombría”.
La ciudad recuperó cierto nivel de normalidad después de un emotivo homenaje el lunes a las víctimas del ataque. Cientos meditaron frente a la plaza St. Ann’s, donde un mar de tarjetas, flores y globos se ha convertido en un monumento improvisado a los muertos y heridos.
La policía intentaba rastrear los movimientos del suicida Salman Abedi antes de detonar la bomba al final de un concierto de Ariana Grande.
Catorce hombres han sido arrestados, la mayoría en Manchester y sus cercanías, y la policía ha allanado una decena de inmuebles al reconstruir la red en torno de Abedi, británico de 22 años e hijo de libios. Murió cuando la bomba que llevaba en una mochila explotó en medio de la multitud.
Las autoridades británicas se ven presionadas para explicar cómo Abedi pudo llevar a cabo su plan sin ser detectado. El gobierno ha dicho que era uno entre miles de personas en la periferia del radar de las agencias de inteligencia, pero que no era objeto de vigilancia.
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El jefe de policía de Manchester dijo el martes que Abedi había llamado la atención de la policía por “algunos asuntos relativamente menores” como robo, recepción de bienes robados y asalto. Pero el jefe Ian Hopkins dijo que Abedi no era conocido por el programa del gobierno contra los movimientos radicalizados, conocido como Prevent.
Hopkins dijo que no estaba al tanto de lo que sabían las agencias de inteligencia sobre Abedi.