CIUDAD DEL VATICANO – Tienen estilos opuestos: uno es un millonario ampuloso elegido presidente, el otro un papa famosamente modesto. Están en desacuerdo en asuntos tan importantes como inmigración, cambios climáticos y política económica.
Pero el presidente Donald Trump y el papa Francisco comparten una característica que añade drama a su reunión el miércoles: imprevisibilidad. Y cuando se saluden el miércoles _en una ceremonia en el Vaticano cargada de simbolismo_ pudieran encontrar terreno común, particularmente en la crítica a la violencia religiosa y la demanda de que los líderes musulmanes hagan más por eliminar el fanatismo de sus templos.
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Para alcanzar una armonía pública, los dos hombres tendrán que dejar a un lado sus conflictos previos y muy púbicos.
Cuando Trump asumió la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero, Francisco le envió un mensaje de felicitaciones, ofreciendo rezos por sabiduría y fuerza para que las decisiones del nuevo presidente estuviesen guiadas por valores éticos.
Fue un recordatorio sutil de que los dos habían tenido un arranque contencioso en su relación debido a sus opiniones muy diferentes sobre migración. A inicios del año pasado, el papa criticó fuertemente la promesa de la campaña de Trump de construir un muro en la frontera junto a México su declaración de que Estados Unidos debería rechazar a mirantes y refugiados musulmanes.
“Una persona que solamente piensa en construir muros, donde quiera que sea, y no en construir puentes, no es cristiana”, dijo Francisco entonces. El pontífice ha sido un defensor enérgico de la ayuda a los refugiados, especialmente los que huyen de la violencia en Siria, diciendo que se trata de un “imperativo moral” y “un deber cristiano”.