El sistema de salud pública de Estados Unidos es más complicado de lo que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, creía.
Trump también se ha topado con que China puede ser un aliado útil y que la OTAN no es obsoleta, como él dijo durante la campaña. Ser presidente es difícil.
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Gobernar no ha sido tan sencillo como tal vez creía Trump. En sus primeros 100 días en la presidencia, el Congreso y los tribunales bloquearon varias de sus iniciativas, y su promesa de anteponer los intereses de Estados Unidos ante todo chocó contra una dura realidad.
Trump ha sido sorprendentemente sincero acerca de cómo está aprendiendo la forma en que funciona Washington y el mundo.
Aunque el Partido Republicano domina el Congreso, también está dividido a la hora de demostrar su apoyo a Trump. Luego de más de tres meses como presidente, el exastro de reality shows y magnate inmobiliario lucha por conseguir grandes victorias de gobierno y busca un nuevo enfoque a muchas de sus promesas de campaña.
Su promesa de campaña de “Estados Unidos primero” se ha topado con la realidad del conflicto con lo extranjero. Sus declaraciones ambiciosas sobre reformar la atención de salud pública y la inmigración han chocado con los límites del Congreso y de los tribunales.
Un presidente que se enorgullece de su flexibilidad ideológica está tratando ahora de administrar un equipo político novato, dividido entre asesores moderados y conservadores. Varias veces debió buscar amigos y socios comerciales en el mundo al que menospreció en la campaña.
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“Esto ha sido más difícil de lo que creía”, dijo Phil Ruffin, un amigo y socio de Trump que ha visitado al presidente dos veces desde que asumió el cargo el 20 de enero. “En los negocios, se toma una decisión y sucede. En el gobierno no es así”.
Cuando la presidencia de Trump tenía apenas unos días, los tribunales rechazaron su primer decreto de restricciones migratorias. Desde entonces, han rechazado su prohibición reescrita, así como su intento de recortarle fondos federales a las llamadas “ciudades santuario”, aquellos municipios que en la práctica protegen a quienes residen ilegalmente en Estados Unidos.
La lección más dura para Trump ha venido del Congreso, que rechazó su intento de revocar la ley de salud de la era de Barack Obama, pese a que el partido hizo campaña durante años contra el llamado Obamacare.
Durante la campaña, Trump dijo que en su primer día en la presidencia anularía la Ley de Cuidado de Salud Asequible de su antecesor en la Casa Blanca. La realidad fue otra. Su discurso al respecto también cambió.
En febrero, dijo a un grupo de gobernadores que “es un tema increíblemente complejo”. Agregó: “Nadie sabía que el cuidado de la salud podría ser tan complicado”.
Para Trump, la batalla del sistema de salud pública fue una introducción brusca a la complicada dinámica interna de ambas cámaras del Congreso, lo que incluye a los duros del Freedom Caucus _un grupo de legisladores republicanos conservadores en la Cámara de Representantes_ y a los moderados del llamado Tuesday Group.
Ninguno de los principales asesores de Trump tenía experiencia profunda en la dinámica de cómo se legisla. Ahora han tratado de compensar esa falta de experiencia.
En una entrevista reciente con The Associated Press, Trump dijo que había “un brecha bastante amplia” entre el enfoque de los miembros más conservadores de su partido y los más moderados.
Para superar las divisiones, los asesores de Trump han actuado como moderadores entre esas facciones mientras su equipo trata de revivir el proyecto de reforma a la ley de salud. La Casa Blanca está adoptando un enfoque similar con el plan de reforma tributaria del presidente.
La evolución de Trump quizás ha sido más clara en asuntos de relaciones exteriores.
Cuando se le presentaron fotos de niños que fueron víctimas de un ataque químico en Siria, Trump rápidamente abandonó su lema electoral de “Estados Unidos primero” y apoyó una intervención militar.
Después de escuchar a los líderes europeos defender a la OTAN, dejó de decir que esa organización era obsoleta.
Y después de las súplicas de los ejecutivos empresariales y de las advertencias hechas por líderes de otras naciones, de una turbulencia económica inminente, Trump abandonó abruptamente esta semana sus planes de retirar a Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).