San Juan- Alrededor del 40 por ciento de las mangostas en Puerto Rico ha estado expuesta al virus mortal de la rabia, lo que ha llevado a las autoridades ha advertir del peligro que representan sus mordeduras.
“Cuando vean las mangostas, no traten de cogerlas, porque son muy hábiles y no saben si tiene rabia”, advirtió hoy en entrevista con Efe Ángel Atienza, director de la Unidad de Vida Silvestre del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) de Puerto Rico.
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La mangosta (Herpestes auropunctatus), según Atienza, “es un animal que está establecido” en la isla caribeña desde el año 1872 y “que provoca daño físico”, pues con cualquier mordedura a una persona, que no haya sido vacunada contra la rabia, le podría provocar la muerte.
La principal enfermedad que transmite un mordisco de mangosta es la leptospirosis, que varía desde la forma asintomática, pasando por un cuadro febril leve, hasta una forma mortal fulminante, y su periodo de incubación promedio oscila entre 5 a 14 días (mínimo 2 y máximo 30).
Se transmite por contacto de la piel o de las membranas mucosas, con agua, tierra húmeda o vegetación contaminadas con la orina de animales infectados, como ocurre al nadar, por la inmersión accidental o por excoriaciones ocupacionales.
También se contagia por contacto directo con la orina o los tejidos de animales infectados; a veces por la ingestión de alimentos contaminados con orina de ratas infectadas y, en ocasiones, por inhalación de gotitas en aerosol de líquidos contaminados
Atienza indicó que actualmente las autoridades y controladores de especies locales no pueden establecer poblaciones de mangostas en Puerto Rico, aunque sí casos de ciudadanos que han sido mordidos -de entre una a tres al año- por estos animales, traídos en el siglo XIX “para tratar de controlar otras especies”.
Sin embargo, según contó Atienza, las mangostas se suponía que controlaran las poblaciones de ratas en Puerto Rico, pero estas entonces comenzaron a meterse a las plantaciones de caña, que en aquel tiempo era uno de los principales cultivos para impulsar la economía en la isla.
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“No podemos establecer poblaciones, sino casos… Fue una mala decisión traerlas”, resaltó Atienza sobre este depredador, que mayormente come huevos de ave, en especial las nativas, y que provoca un desequilibrio en la cantidad de estos animales en la isla, así como en los ecosistemas.
Igualmente, las mangostas, las cuales tienen entre 10 y 12 especies, aunque solo una reside en la isla, se alimentan de ranas, específicamente del autóctono coquí, y cuatro especies de culebra, incluyendo la boa de Puerto Rico y la culebra de jardín.
Atienza mencionó además que otra problemática por lo que las autoridades locales no hayan podido controlar la población de mangostas, es porque Puerto Rico es una isla y por su condición territorial, estos animales no pueden emigrar, a diferencia de otros.
“Las mangostas están en todas partes de la isla, unas más y en otras menos, mayormente en los pastizales, que no están limpios y hacen sus nidos ahí”, explicó el experto sobre este animal invasor, al igual que las iguanas, las ratas, los sapos y los monos.
Dijo además que las mangostas, conocidas por ser animales solitarios, viven en cuevas que crean ellas mismas y en los vertederos clandestinos, que hacen que las atraigan para residir allí.
Atienza mencionó otra preocupación de las autoridades sobre las mangostas, pues estos roedores se aparean todo el año y las hembras pueden parir entre dos y cinco crías, las cuales llegan a la etapa de adultos a sus cinco meses de vida.
Atienza detalló que el Cuerpo de Vigilantes de DRNA mantiene vigilancia las 24 horas del día y además, la agencia orienta a las personas para que no intervengan con el animal, y agregó que el Departamento de Salud debe tener algún programa de control para que la ciudadanía no se infecte con ellas.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que tras la mordedura de un animal se lave la herida o arañazo con agua y jabón durante 15 minutos.
Luego se debe acudir de inmediato a un médico, quien determinará si el paciente debe recibir un tratamiento mediante la administración de inmunoglobulina y cuatro dosis de vacunas antirrábicas.
La rabia es una enfermedad del cerebro y de la médula espinal causada por un virus que ataca a los animales y a los humanos. Afecta al sistema nervioso central y si la enfermedad no se trata a tiempo puede causar la muerte.