Por: Ishbel Cora Rodríguez
Pensemos, por ejemplo, que a una niña se le regale un carrito. ¿Se ve bien eso? En términos generales, se ve bien. Ahora, ¿se ve bien que a un niño le regalen una muñeca?
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A lo largo del tiempo han existido discursos que incentivan la imitación de roles de género establecidos desde las civilizaciones más antiguas. Lo que es común, aceptable u ordinario ante los ojos de la cultura, hoy se refleja en los juguetes representativos de la niñez.
Loida Martínez Ramos es profesora de Género y Educación en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, y establece que el uso de los juguetes comienza desde la etapa infantil. En esta etapa los juguetes estimulan los sentidos de los seres humanos para más adelante simbolizar el mundo y desarrollar destrezas para su identificación en el futuro.
“Hubo momentos en que se tomaba en consideración el juego de lógica porque se desarrollaban destrezas importantes para la vida de las personas. En otras ocasiones, se consideraron los juguetes artesanales porque era lo que se distinguía en el momento histórico. Así los juguetes han tenido un papel importante en el desarrollo de la niñez. Sin embargo, de un tiempo para acá los juguetes se han visto segregados por género”, señaló Martínez Ramos.
Denle el carro a la nena, “pero vamos a dárselo rosita”
Que los juguetes estén segregados por género no quiere decir que las niñas no reciban juguetes que podrían recibir los niños. La segregación de los juguetes por género busca la permanencia de ideas preconcebidas que supuestamente definen cómo deben ser las niñas y cómo deben ser los niños. Desde el tipo de actividades que se promueven hasta la ilustración y los colores que se mantienen, se descodifican mensajes entre líneas que desde temprana edad transitan en las cabezas de los más pequeños. E, inclusive, de los más grandes.
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“Pensar que el nene tiene juguetes de nena simboliza una pérdida de poder”
Martínez Ramos explica que, para una sociedad estereotipada, pensar que una niña tiene “cosas de niños”, así —entre comillas— de alguna manera ha tenido mayor apertura en comparación con cuando el niño se convierte protagonista de esta práctica.
“Las niñas sí pueden, por lo menos, tratar de probar este poder. No siempre se les va a permitir, salvo algunas excepciones, pero pueden tratar. Sin embargo, que el niño utilice un juguete estereotipado para algunos sería una pérdida de poder. Es como si pensaran que el juguete les va a pegar una enfermedad, una cosa totalmente absurda”, añade.
Los buenos juguetes no
tienen género
“Los buenos regalos, porque los libros también están incluidos, no tienen género. Una bicicleta, un instrumento musical o materiales para crear… no tienen género. Igualmente, la educación tampoco puede respaldar los estereotipos. Las niñas y los niños necesitan este espacio para cuestionarse porque esto es lo que les va a permitir entender el mundo”, estableció Anita Yudkin Suliveres, profesora y coordinadora de la cátedra Unesco de Educación para la Paz.