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El Hotel Normandie: una joya anclada en la costa capitalina

El edificio, que ahora se encuentra abandonado, en sus inicios se destacó por ser uno de los primeros hoteles de lujo del país. Ahora solo en el recuerdo quedan la vida, las fiestas y las personalidades que disfrutaron del lugar.

Anclado en la costa norte de Puerto Rico, justo en la entrada de la isleta del Viejo San Juan, en la playa del Escambrón, el Hotel Normandie representa la metáfora del barco encallado en años recientes.

El abandono actual opaca la riqueza de sus orígenes, cuando se impuso como uno de los primeros hoteles de lujo en el país.

La estructura se inauguró a principios de los años 40 y, hasta hoy, se presenta como una instalación con potencial de desarrollo turístico y un elemento clave en la arquitectura e historia local. No obstante, entre vaivenes comerciales, la edificación no logra despuntar en la actualidad.

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El particular hotel, que cuenta con unas 173 habitaciones, fue en principio el proyecto del ingeniero Félix Benítez Rexach. Luego, en los años 60, cerró y, tras unas mejoras, reabrió en los 90 para volver a ser abandonado en el año 2009.

El Normandie, como popularmente se le conoce, ha pasado por varias manos, pero en 2013 pasó a ser de la empresa estadounidense Interra Capital Group, que por alrededor de $3 millones obtuvieron la propiedad en subasta. En aquel momento esperaban la inversión de aproximadamente $40 millones requerida para volver a deslumbrar, pero los buenos momentos del Normandie quedan en la memoria de quienes lo pudieron visitar en su apogeo.

El decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica, Carlos Betancourt, consideró que el Normandie tiene potencial para ser rescatado, como cualquier edificio del Viejo San Juan, por lo que representa.

“Viendo y reconociendo lo que fue en su momento, fue un edificio de vanguardia, tomó los temas de la arquitectura del momento, el tema de la simbología de un barco, que llega y se ancla en el litoral. […] Es una joya arquitectónica”, señaló Betancourt.

El arquitecto reconoció que, cuando se construyó el edificio, marcó un nuevo paradigma en el diseño y construcción en la época. “Marca el punto de arranque de paradigmas en la arquitectura, como lo fue el Hotel Caribe Hilton o el edificio del Tribunal Supremo, que marcaron el comienzo de una arquitectura modernista en Puerto Rico. Si volvemos al punto del valor que tiene, ¿por qué no conservarlo, por qué no restaurarlo?”, sostuvo el académico.

Sin embargo, uno de los que insistió, junto con el Municipio de San Juan y el Gobierno central, en viabilizar el funcionamiento del Normandie fue el representante y presidente de la Comisión de Turismo, Ángel Matos, quien con pesar admitió termina el cuatrienio sin ver la reapertura del hotel.

“La realidad es que hasta que los dueños del hotel no logren un acuerdo financiero para desarrollarlo o no bajen el precio de reventa, desgraciadamente, no va a pasar mucho con el hotel. Mi última recomendación —y el tiempo se me acabó— es que creo que podemos expropiar esa propiedad con el fin de crear empleos y habitaciones. El país necesita habitaciones de hoteles”, aseveró Matos, mientras planteó la posibilidad de crear una alianza público-privada.

“El Normandie se ha convertido en una especie de  letrero en neón de que somos incapaces, y espero que nos podamos levantar”.

Representante Ángel Matos

Matos planteó que “va a llegar un momento en que estaremos en un callejón sin salida, porque ha sido declarado como un edificio histórico, y ahora es un bloque neutro”, concluyó.

Estructura náutica con arte e historia

La Sociedad Puertorriqueña de Dibujos de Edificios Históricos destaca el diseño art déco del Hotel Normandie, cuya inspiración fue precisamente un crucero francés llamado SS Normandie, donde su arquitecto Félix Benítez conoció a su esposa Luccienne Suzanne Dhotelle.

La particularidad de su construcción es la simpleza de los detalles arquitectónicos y de cómo las líneas rectas inclinadas edifican la nave náutica que parece anclada en la costa del Escambrón, en San Juan. Según la Sociedad, los elementos decorativos del interior del hotel tienen un toque egipcio, propios del movimiento art déco. En los 80, fue incluido en el registro de edificios históricos.

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