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Ante la salida de UE, británicos buscan pasaportes europeos

Thomas Harding está haciendo algo que los descendientes de las víctimas del holocausto judío consideraban inimaginable: está solicitando la ciudadanía alemana.

Cuando los británicos optaron en junio por salirse de la Unión Europea (UE), este escritor de 48 años tuvo que tomar una decisión que no había sido necesaria hasta ahora en una Europa sin fronteras: si tratar de recuperar la ciudadanía alemana de la que fue despojada su familia por el Tercer Reich.

“Esto es algo más que una cuestión práctica. Es algo que tiene que ver con nosotros, o conmigo. Es algo espiritual, relacionado con la reconciliación”, explicó. “Es reconocer la verdad de los horrores del pasado pero al mismo tiempo tratar de construir un futuro mejor entre todos, como europeos. Eso es lo que espero hacer”.

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Una de las consecuencias de la inminente salida del Reino Unido del bloque de 28 naciones de la UE es que muchos británicos con ancestros de otras partes de Europa están pidiendo la ciudadanía de los países de sus antepasados para conservar sus lazos con el continente. Los pedidos de pasaportes han aumentado en las embajadas de Alemania, Austria y Polonia en Londres.

Mucha gente quiere conservar la posibilidad de viajar libremente de país a país y de mantener lazos comerciales. Otros simplemente desean ser parte de Europa.

Para los judíos cuyas familias se fueron de Alemania para escaparle a Adolf Hitler, la decisión implica reconsiderar sus creencias respecto al país que alguna vez los persiguió.

Hijos y nietos de refugiados judíos están aprovechando una ley que permite a los descendientes de personas perseguidas por los nazis obtener la ciudadanía que se les quitó en los años 30 y 40 del siglo pasado. Más de 400 británicos han solicitado información sobre esa ley desde el referendo del 23 de junio sobre la permanencia en la EU y las autoridades han recibido al menos 100 solicitudes formales de naturalización, comparado con las 20 anuales que reciben normalmente.

Michael Newman, director ejecutivo de la Asociación de Refugiados Judíos, dijo que la salida de Gran Bretaña de la UE ha generado interés en la ciudadanía alemana pero que es difícil saber cuánta gente realmente la solicitará. Indicó que los judíos pueden dar ese paso porque Alemania ha tomado medidas para romper con el pasado.

“Han aceptado su culpa”, afirmó.

Muchos de los que quieren recuperar la ciudadanía no piensan vivir en Alemania, solo desean poder viajar y trabajar libremente en los países de la UE.

Ben Lewis, un documentalista de 49 años, es uno de los que piensa pedir la ciudadanía alemana. Ha trabajado por años en toda Europa y considera que la salida del bloque es absurda, lo mismo que el sentimiento antiextranjero que impulsó a mucha gente a votar por salirse de la UE.

“Culpan a los extranjeros” por sus problemas, sostuvo. “Se repite lo de los años 30”.

La historia de los judíos europeos alimenta igualmente el deseo de un segundo pasaporte. Desean tener la posibilidad de irse en el futuro si la situación así lo requiere, expresó Marc Meyer, director de la Conferencia Europea de Rabinos.

“Para un judío, sin ser paranoico, sentirse seguro en un sitio por mucho tiempo es no conocer la historia”, manifestó. “Brexit (como se conoce la salida de Gran Bretaña de la UE) abre las compuertas de la inseguridad”.

En algunos casos la decisión de buscar otro pasaporte es algo que se viene gestando desde hace tiempo. Harding dice que su reconciliación con su pasado alemán es algo que lleva años, según cuenta en su libro “La casa del lago”.

Los nazis mataron a seis familiares suyos, le quitaron la nacionalidad a su familia y los obligaron a entregar sus propiedades, incluida una idílica casa de veraneo construida por su bisabuelo Alfred Alexander, un médico que atendió a Albert Einstein y Marlene Dietrich, entre otros. Los que sobrevivieron se fueron a Gran Bretaña.

Harding se crió en una familia que brindaba por la reina, se negaba a comprar productos alemanes y se iba de vacaciones a todas partes de Europa, excepto Alemania. Cuando su abuela Elsie finalmente decidió mostrarle a Harding y a seis primos la ciudad donde había nacido, les entregó un sobre marrón.

“Contenía pasaportes con una estampilla de una esvástica para su esposo y su suegro, junto con un pedazo de tela negra en el que se había cosido la letra ‘J’ (de judío) en amarillo”, escribió en el diario Guardian. “El mensaje de Elsie estaba claro: ‘esta es mi historia y la historia de ustedes. No la olviden”’.

En el 2013 regresó a la casa de veraneo que tan importante fue para su abuela, la cual estaba vacía y en ruinas. Se metió por una ventana rota para verla por adentro. “Daba la impresión de que en una habitación se reunían drogadictos, había encendedores rotos y cucharas con hollín”, escribió en el prólogo de su libro.

La casa de Gross Glienicke en las afueras de Berlín no fue demolida. En un esfuerzo por salvarla, Harding rescató la historia de quienes la habitaron. La casa resume la historia de la Alemania moderna.

Fue construida durante la República de Weimar (que duró de 1919 a 1933), confiscada por el Tercer Reich, separada de un lago vecino por el Muro de Berlín y pasó a ser parte de la Alemania reunificada tras la caída del muro.

Ahora le pertenece a Alexander Haus, quien trata de enseñar la historia de la zona y hacer que la gente entienda mejor la ola de migrantes sirios y de otros países que buscan refugio en Alemania. Eso tiene un significado especial para Harding, porque su hermana se casó con un curdo sirio. Harding cree que Alemania mostró su condición de líder al admitir a cientos de miles de refugiados el año pasado.

Por ello le parece lógico que los judíos se aferren a la UE, que fue creada para forjar lazos que harían imposible otra guerra entre europeos.

“Se puede decir que la partida de los judíos alemanes, la persecución de los judíos alemanes, simbolizó la ruptura de Europa, y que la Unión Europea fue creada para alentar un contexto político y social del paz”, expresó.
 

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