Lena cada vez lo dice más y casi, al menos así creo, consciente de a quién se refiere. Rafa pronuncia la palabra con igual intensidad, pero cada día que pasa en contextos más distintos. ¡Papá!
¡Qué experiencia tan maravillosa! ¡Qué proyecto tan importante!
Hace un poco más de nueve años que me enteré que se añadiría esta tarea en la vida. Lo anhelaba. Claro, una cosa es desearlo porque ve experiencias cercanas y otra es comenzar esta travesía de primera mano.
Rafael Antonio ya va para cuarto grado. He vivido con él cada una de sus etapas, sus vivencias, sus grandes momentos.
Cuando nació, la gente nos decía, “disfrútalo, en un abrir y cerrar de ojos ya están inmensos”. Así ha sido. Parece que fue ayer, trasnochado en aquel cuarto de aquel hospital, cuando nos entregaban aquella pequeña criatura. Esa entrega es la encomienda de un proyecto de vida. Es el importatísimo mandato a formar un ser humano como gustes. Hay quienes deciden tomarlo livianamente, hay muchos
que no.
Rafa me ha ido enseñando día a día que la tarea no acaba nunca y que se pone interesante. Sus dudas sobre el mundo que nos rodea son cada vez más complejas e interesantes para responder. Su nobleza me hace crecer todos los días.
Hace más de año y medio se añadió otra gran tarea. Lena ha traído una personalidad más inquieta que me recuerda que esta etapa en la vida no significa ir bajando revoluciones, sino intensificarlas. Ella me recuerda que a los hijos no se les puede perder la vista nunca porque en el momento menos pensado ocurre esa primera palabra, ese primer paso o ese primer “papá”.
La gente me pregunta, “¿viene el tercero?” Mi respuesta, para despachar con un chiste la obsesión de los amigos de verte, en ese plano, con las manos llenas, es: “¡quisiera, pero salen caros!”
Y me refiero no solamente a la inversión económica que supone levantar a un niño en una sociedad donde los mejores servicios públicos no están tan disponibles como quisiéramos, sino que es alto el compromiso personal que tenemos que asumir para hacerlo.
Ser papá es una tarea facinante en la que la entrega y los sacrificios tienen que ser imperceptibles.
Este domingo es el Día de los Padres. Conozco muchos padres ejemplares que derrotan la imagen prejuiciada que hay muchas veces de la figura paternal, producto quizás de otra generación más machista.
Veo todos los días en la escuela, en el centro comercial, en el parque, padres entregados en cuerpo y alma a su responsabilidad. Veo otros, desde mi rol en el periodismo, que no lo están. Pero estoy seguro que cada vez son menos.
A Priscilla, Rafa y Lena, gracias por abrirme esta puerta gigante de la paternidad. A mis dos figuas paternas más importantes, mi papá Rafa y mi abuelo Lenín, por haber sido guias a seguir.
Este privilegio, entendamos todos, que es una gran responsabilidad, siempre. Feliz Día de los Padres.