Desde pequeño suspiré por ser periodista. La persona que se atreviera a atentar frente a mí contra la libertad de prensa y el libre flujo de información, le exigía enérgicamente respeto por la profesión y por los derechos del pueblo a conocer “la verdad”.
Pero… admito que a lo largo de mis años como presbítero he llegado a la conclusión de que así como existe un terrible fanatismo religioso en el mundo, también existe un horripilante fanatismo periodístico que se manifiesta, sobre todo, al momento de transmitir noticias revestidas de un alto grado de interés público. El gremio debe admitir que dicha parcialidad atenta cada vez más contra la credibilidad de algunos medios y periodistas. La gente pasa cada vez más de las noticias locales porque —según algunos—, “queremos vivir en paz”.
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El tema gay es un ejemplo perfecto de ello. Algunos medios de comunicación irresponsables, como denunció recientemente el exitoso comunicador cristiano Juan Carlos Matos, han insistido en sus publicaciones en acusar a los cristianos “de ver un cuco donde quiera que haya un gay”, mientras ellos parecen que “ven un demonio donde quiera que haya un cristiano”. ¡Ni cucos ni demonios!
Lamentablemente parece que existe una doble vara al momento de comunicar noticias relacionadas a este asunto. Si el juez asociado al Tribunal Supremo de Puerto Rico, Erick Kolthoff, habla de la Iglesia como institución jurídica que el Estado debe servir como a cualquier otro grupo, es un imprudente; pero cuando la jueza asociada del Tribunal Supremo de los Estados Unidos casó a una pareja del mismo sexo en el año 2013, la noticia se proyecta como un acto de suprema justicia. Si alguien opina distinto a la señora Ada Conde, lo caricaturizan de poco inteligente y fanático; pero si un ciudadano le propina un golpe a un sacerdote, “ese cura se lo mereció”.
Según el Centro Latinoamericano de Periodismo (CELAP), los medios “deben actuar de buena fe y esforzarse por mantener el equilibrio informativo, ser equitativos en el trato de las personas o instituciones, brindar oportunidades de que se expresen las distintas partes involucradas en asuntos polémicos y buscar siempre la exactitud en las informaciones”. En principio, quien no actúa de esta manera se convierte en un medio de comunicación parcializado, digno de una prensa comprometida con el pensamiento dictatorial.
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