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Opinión: Bye, Bye al estatus

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El apoyo de los electores del norte al Partido Republicano en las elecciones congresionales del martes tiene muchas implicaciones para Estados Unidos en su política doméstica y exterior, y para Puerto Rico supone, entre otras cosas, que la idea de celebrar un plebiscito de estatus con cierto compromiso de Washington fue un sueño pasajero.

La idea de la administración de Alejandro García Padilla de convocar, en o antes del 2016, una consulta prometida por Barack Obama confrontará serios problemas, pues depende de varios personajes que ahora tendrán muchas otras prioridades en la capital federal. De seguro Washington invocará otra vez su histórica excusa de que no es momento para atender el tema de Puerto Rico.

La propuesta de celebrar un plebiscito financiado por el Gobierno de Estados Unidos contempla que sea el secretario de Justicia de allá el que apruebe las opciones “descolonizadoras” a estar en la papeleta. Sin embargo, tras la salida de Eric Holder, Obama no ha nombrado un sucesor, y quien sea el nuevo ocupante de la silla tendrá que someterse a la confirmación de un Senado hostil. El Partido Republicano de Estados Unidos apoya, al menos en su plataforma, la anexión de Puerto Rico.

A ese escenario hay que sumarle que, a nivel local, el tiempo corre, está a punto de acabarse la presente sesión legislativa y no se ha presentado la legislación para activar el proceso plebiscitario ante la Comisión Estatal de Elecciones o el de la negociación que tendría que darse entre los partidos políticos y el secretario de Justicia federal. A esto le añadimos que la popularidad del Partido Popular Democrático está en un momento precario, y ellos deben saber, creo, que la estadidad es el tema perfecto para unir a un partido opositor con una división profunda, como la que enfrenta actualmente el PNP.
Así que, a la luz del escenario político de aquí y allá, me parece que terminará otro cuatrienio sin que se mueva el tema del estatus, a menos que los liberales del PPD provoquen una rebelión interna y logren impulsar la asamblea de estatus que se prometió durante la campaña. Sin embargo, anticipo que el afán por la reelección cancelaría cualquier esfuerzo en esa dirección.

De las elecciones en Estados Unidos deben aprender también aquí que es una pérdida de tiempo, dinero y esfuerzo las intervenciones de los políticos puertorriqueños en las campañas de allá. No lograron mucho a la luz de los resultados, al menos en un estado clave para el voto puertorriqueño, como lo es Florida. Y me pregunto: “¿Acaso no es inconsecuente esa intervención porque el boricua exiliado ve a ese político puertorriqueño como una de las causas de su destierro?”.

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Claro, aquí a los políticos de derecha les encanta creerse que son cruciales en la política nacional estadounidense. Lo que pasó y lo del estatus les demostrará de nuevo que no.

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