“Al leopardo nunca se le van las manchas”. Creo que han leído esta frase en una que otra columna y que hoy le aplica perfectamente a este muchacho llamado William Omar Landrón, a quien todos llaman Don Omar. Su trayectoria de incidentes violentos y/o ilegales confirma que, lamentablemente, su esencia como ser humano y ciudadano fue y sigue siendo la misma.
Y que quede claro, todos tenemos derecho a cometer errores. Pero también la vida nos brinda la oportunidad de enmendarlos, de aprender de los tropiezos y de esa forma convertirnos en mejores personas. Por otro lado, cuando se es figura pública, ese compromiso debería ser uno moral e ineludible pues gran parte del éxito de la carrera profesional se basa en el respeto del pueblo en todo el sentido de la palabra.
Entonces, ¿en qué está pensando Don Omar? ¿Cuáles y cuán profundos son sus conflictos emocionales que no le han permito superar los comportamientos errados que le hemos conocido? Pues, vaya usted a saber cuántas cosas han ocurrido de las que nunca nos hemos enterado… ¿Quiénes son las personas que lo rodean que no han podido ofrecerle un buen consejo, buscarle ayuda, convencerlo de que la acepte y que eche pa’lante como Dios manda?
Las respuestas a estas preguntas sólo las tiene el artista. Lo que sí le puedo asegurar a Don Omar es que va por mal camino. Y no únicamente en lo que a su vida personal se refiere, sino a su carrera como cantante. Hasta ahora ha tenido la ‘suerte’ de que los incidentes en los que se ha visto involucrado no han hecho mella en el éxito de los proyectos que le han proseguido. Lo anterior no es la norma, pues la lista de quienes han ido en picada una vez se involucran en escándalos es larga y tendida.
Pero esta ‘fortuna’ de seguir contando con el favor del público, no importa lo que haga, no le va a durar toda la vida a Don Omar ni a ninguno que manifieste conductas parecidas. Por dar sólo un ejemplo, parte de lo que se requiere y se espera de un artista de su talla es disciplina y responsabilidad. Nunca olvido un viaje que hiciera a Nueva York para entrevistarlo, en una cita concertada y confirmada, y la que canceló 10 minutos antes de que saliera del hotel rumbo a mi encuentro con él. Con el mismo amor, regresé a Puerto Rico con las manos vacías. En casi 30 años de carrera periodística es la única vez que me ha pasado.
Y, no es por nada, pero me ha tocado entrevistar a figuras locales e internacionales de gran renombre que pudieran darse el ‘lujo’ de dejar plantado a cualquiera. Pero, por el contrario, siempre han cumplido con los compromisos contraídos, como debe ser.
Así las cosas, dale Don, dale… Recapacita, busca ayuda; talento tienes. Es cuestión de que encuentres ese ‘don’ de gente, como dicen por ahí, de que busques de Dios, entiendas lo que es la humildad, la armonía y la accesibilidad, elementos que el público de estos tiempos tanto agradece y respalde. Dale.
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