Es normal que dentro de una organización se establezcan fuertes lazos que pueden derivar en amistad. La solidaridad y el compañerismo son dos elementos necesarios para que el trabajo marche bien.
Pero en ocasiones, las fricciones cotidianas o la necesidad de mostrar mayor capacidad en el ámbito laboral provoca que la oficina se convierta en un campo de batalla, donde hay que ser sutil pero implacable para mantenerse.
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¿Cómo reconocer al enemigo?
El portal RRHH explica que primero se debe reconocer al enemigo e identificar sus estrategias para poder combatirlo. Sin embargo, es preciso primero verificar si realmente se está trabajando con el enemigo o si sólo es un juicio salido de la imaginación.
Para evitar que los enemigos sean quienes triunfan, se deben atajar de inmediato los problemas, evitar los chismes y enfrentar, sin llegar al contacto físico, a quienes están provocando problemas.
El agresivo
Atacan directamente con gritos, insultos o escenas bochornosas en público.
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El hipócrita
“Habla mal a tu espalda” . Hace chismes y comentarios mordaces para afectar tu imagen.
Te estoy observando
Está pendiente de cualquier error para resaltarlo o denunciarlo con el jefe.
El me junto con otros
No trabajan solos. Buscan agruparse con otros que le son fieles para hacerle la vida imposible al “objetivo”.
Las mujeres no sirven
Aquellos que no soportan que una mujer esté en la oficina haciendo una labor de escalafón similar o, peor aún, en un puesto superior.
Aquí el que manda soy yo
Esta categoría se refiere al jefe, tal vez el peor enemigo dentro de una empresa.
Compañero haragán
Aunque no es en sí un enemigo, puede convertirse en una carga cuando intenta dejar sus responsabilidades en otro.