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¿Qué significa la marca de los 100 días en un gobierno?

El estándar de los 100 días fue implantado por el Presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt

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Esta semana marca los primeros 100 días de la presente Administración. Serán muchas las valoraciones que de este periodo se realizarán. Ahora, ¿Por qué se presta tanta atención a este término de tiempo?

La evaluación de los primeros 100 días de desempeño de un nuevo gobierno es una tradición arraigada en muchos países. Completado este período, se analizan aciertos y desaciertos del nuevo gobernante, tratando de tener un atisbo de lo que podría esperarse del resto de su mandato. Se considera que las primeras ejecutorias podrían dar un sabor de lo que será la organización, dirección y tono de la nueva administración.

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El estándar de los 100 días es secuela del éxito del plan de estabilidad y recuperación implantado por el Presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt, cuando inició su primer término en marzo de 1933. Ante los estragos de la Gran Depresión, Roosevelt conceptualizó un plan de 100 días que condujo a la aprobación sin precedentes de leyes emblemáticas y a la implantación de programas para estabilizar y mejorar la precaria situación económica de la Nación. Su efectividad dependió en gran medida del liderazgo del Presidente, sus comparecencias públicas estratégicas, las relaciones entre el ejecutivo y legislativo y la capacidad para comunicar e inyectar optimismo y certeza en los ciudadanos.

El éxito del Plan de 100 Días de Roosevelt, no tiene comparación y desde entonces ha servido para desarrollar modelos para evaluar la efectividad de las ejecutorias de otros gobernantes en todos los niveles, tanto en Estados Unidos como en otras partes del mundo.

Dada la importancia atribuida a este periodo inicial de una nueva Adminisración, se ha generalizado la práctica de desarrollar planes de 100 días con mucha anticipación a una elección. Esto con el propósito de asegurar que una vez electo, el nuevo gobernante puede proyectar que está listo para gobernar, demostrando saber hacia dónde quiere dirigir su gobierno, que sus acciones serán orquestadas siguiendo una agenda de legislación y política pública cónsona con las prioridades del momento y sus promesas de campaña y que cuenta oportunamente con los mejores talentos para asesorarle o dirigir agencias y departamentos ejecutivos. Esta planificación permitirá además, programar comparecencias públicas y desarrollar el mensaje que permita proyectar iniciativas y logros emblemáticos, generando así entusiasmo y confianza en el pueblo.

Los primeros 100 días de una nueva administración pueden marcar o definir lo que será el resto del mandato del gobernante, máxime si sus ejecutorias son inefectivas y carecen de un plan. Desaprovechar este periodo puede ser nefasto para logar engranar la nueva administración y encaminar futuras iniciativas y programas. Está por verse si la gestión futura de la nueva administración estará marcada por los resultados de sus primeros 100 días.
 

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