El presidente estadounidense Donald Trump recibió el sábado una bienvenida fastuosa de la realeza de Arabia Saudí y dejó atrás, al menos temporalmente, las múltiples controversias que lo asedian en Washington.
El mandatario recompensó a sus anfitriones con un paquete de armamento por 110.000 millones de dólares con el que se pretende fortalecer la seguridad saudí y un montón de acuerdos de negocios.
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“Fue un día formidable, enormes inversiones en Estados Unidos”, dijo Trump durante una reunión con el príncipe heredero saudí Mohammed bin Nayef.
La visita a la capital del reino representa el inicio del primer viaje de Trump al extranjero como presidente, una ambiciosa gira de cinco escalas que lo llevará por Medio Oriente y a Europa. Es el único presidente estadounidense que ha elegido a Arabia Saudí como su primer destino en su primer viaje al extranjero.
Trump llegó a Riad asediado por los efectos secundarios de su despido del director del FBI James Comey y más revelaciones acerca de las investigaciones federales sobre los posibles lazos de su campaña electoral con Rusia. El haber escapado de Washington hacia la acogida de la familia real saudí pareció estimular al mandatario.
Luego de un vuelo nocturno fue recibido en el aeropuerto por el rey Salmán, algo notable dado que el monarca no recibió al entonces presidente Barack Obama el año pasado en su visita final a Arabia Saudí.
Trump bajó por la escalerilla acompañado por la primera dama Melania Trump, que vestía un traje negro de chaqueta y pantalón con un cinturón dorado, pero no se cubrió el cabello en el reino ultraconservador, en consonancia con las tradiciones de las delegaciones occidentales.
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Mientras Trump y el rey de 81 años, que se apoyaba en un bastón, caminaban sobre la alfombra roja, aviones militares cruzaron el cielo y dejaron una estela en rojo, blanco y azul. Durante una ceremonia posterior en la Corte Real Saudí, el rey le colocó a Trump la medalla de Abdulaziz Al Saud, el honor civil más alto de la nación.
Trump se inclinó para que el monarca pudiera colgarle la medalla. Arabia Saudí la ha otorgado anteriormente al presidente ruso Vladimir Putin, a la primera ministra británica Theresa May y a Obama.
La cálida bienvenida a Trump reflejó el grado en que Arabia Saudí se había desilusionado de Obama. Los saudíes desconfiaban profundamente de la apertura del mandatario estadounidense hacia Irán y estaban frustrados por su enfoque mesurado respecto a la guerra civil en Siria.
Mientras Trump llegaba a Arabia Saudí, los iraníes acababan de reelegir a Hassan Ruhani _uno de los aliados de Obama en el emblemático acuerdo para frenar las ambiciones nucleares de Teherán_ para un segundo periodo de cuatro años como presidente, lo que validó sus esfuerzos para que haya mayores libertades en la sociedad iraní y más contactos con otros países. El secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson dijo que espera que Ruhani use su nuevo periodo “para iniciar un proceso de desmantelamiento de la red terrorista de Irán”.
Trump no hizo declaraciones relevantes al respecto en su primer día en el extranjero y pasó la mayor parte del tiempo recorriendo los opulentos salones del palacio en compañía del rey. Se les escuchó hablar sobre recursos naturales y armamento, y Salmán lamentó la destrucción causada por la guerra civil en Siria.
El acuerdo más concreto entre ambos líderes fue la venta por 110.000 millones de dólares de equipo militar a Arabia Saudí, el cual entra en vigencia de inmediato y podría ser ampliado a 350.000 millones a lo largo de 10 años. El trato incluye tanques, buques de combate, sistemas de defensa contra misiles, radares y sistemas de comunicación, así como tecnología de ciberseguridad. El Departamento de Estado indicó que el acuerdo podría respaldar “decenas de miles de nuevos empleos en Estados Unidos”.
El mandatario estuvo acompañado por varios directores generales de importantes compañías estadounidenses, los cuales anunciaron sus propios acuerdos con los saudíes.
Ivanka Trump y Jared Kushner, yerno del mandatario, también formaron parte de la delegación oficial.
Más tarde, Trump recibió el saludo de una compañía tradicional saudí de tambores y bailarines que agitaban espadas. El mandatario sonrió satisfecho y se movió al ritmo de la música mientras avanzaba entre la multitud.
Tras dos días de reuniones en Arabia Saudí, Trump continuará hacia Israel, se entrevistará con el papa Francisco en el Vaticano, acudirá a una cumbre de la OTAN en Bruselas y se reunirá con los líderes del Grupo de los Siete países más industrializados en Sicilia.