WASHINGTON (AP) — El presidente Donald Trump sacudió Washington, sorprendió a líderes mundiales con su imprevisibilidad y recibió elogios por un sorpresivo ataque sobre Siria. Y todo esto en sus 100 primeros días en la Casa Blanca.
El republicano ha soportado el goteo constante de investigaciones e interminables problemas con su personal.
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“Es una presidencia diferente”, dijo Trump en una entrevista de una hora con la Associated Press en su oficina de la Casa Blanca.
Trump hizo campaña sobre la promesa de un cambio inmediato, pero de forma indirecta reconoció que eso es imposible en Washington. Dio muestras de que siente el peso del cargo al hablar sobre el “corazón” que hace falta para esta tarea.
Aunque conserva su sello de bravuconería y la confianza de un vendedor en ascenso, se muestra preocupado porque muchas de sus expectativas para sus 100 primeros días en el cargo no se cumplirán. Dijo que la evaluación de los primeros 100 días “no es muy significativa”.
“Alguien se inventó el plan de los 100 días”, no él, afirmó.
Un presidente necesita mucho más tiempo para que se sienta su impacto, agregó.
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Los presidente modernos, no obstante, han tratado de iniciar sus mandatos actuando con rapidez para tratar de capitalizar la mezcla de capital político y buena voluntad de la opinión pública que generalmente acompañan la llegada de un nuevo mandatario.
Trump no gozó de ninguna de las dos cosas.
Es una figura que provoca fuertes divisiones y que sacó menos votos que su rival demócrata Hillary Clinton, logrando la victoria con un estrecho margen en el Colegio Electoral. Desde que asumió, sus índices de aprobación han girado en torno a un modesto 40%, según la mayoría de las encuestas.
Los primeros días de su presidencia estuvieron marcados por investigaciones del FBI y del Congreso en torno a si su campaña colaboró con los rusos para inclinar la balanza a su favor durante las elecciones. Es una distracción permanente de la que Trump no habla en público.
Sus primeros tres meses, por otro lado, le dieron un curso acelerado de cómo funciona un mundo que le era totalmente ajeno a este empresario de 70 años que pasó su vida haciendo negocios de bienes raíces y como figura de la reality tv.
Las dos restricciones inmigratorias que trató de imponer, por ejemplo, están en suspenso, bloqueadas por jueces federales.
En el Capitolio, la mayoría republicana logró imponer Neil Gorsuch como juez de la Corte Suprema, pero para ello tuvo que ignorar las normas que siempre han regido en estos casos. Y sufrió una debacle legislativa cuando elementos de su propio partido no le permitieron cumplir una de sus grandes promesas, la de anular el plan de salud de su predecesor Barack Obama apenas se instalase en la Casa Blanca.
H.W. Brands, profesor de historia de la Universidad de Texas en Austin, dijo que Trump está aprendiendo que “el mundo es como es por una serie de complicadas razones. Y un cambio de jefe no va a cambiar el mundo”.
Trump jamás va a admitir eso.
Pero reconoce que ser el comandante en jefe conlleva una “responsabilidad humana” que no existe en el mundo de los negocios y que le hace pensar cuidadosamente las consecuencias que sus decisiones pueden tener en la gente, no solo el impacto financiero en una empresa.
Citó como ejemplo su decisión de disparar 59 misiles Tomahawks contra una base aérea siria en represalia por el uso de armas químicas por parte de las fuerzas del gobierno sirio. “Me digo a mí mismo, ‘sabes, esto es algo más que solo 79 (correcto) misiles. Están las muertes que va a provocar. Los riesgos involucrados”.
“Buena parte de lo que haces en el gobierno involucra al corazón, mientras que en los negocios las mayor parte de las cosas no involucran el corazón”, expresó. “De hecho, en los negocios, mejor dejar el corazón de lado”.
En cuanto a sus logros, Trump mencionó el “enorme éxito” de una estrategia indefinida para derrotar a la organización Estado Islámico. Se explayó sobre los cientos de millones de dólares que les ahorró a los contribuyentes con el precio de jets de combate F-35 comprados a Lockheed, aunque en realidad esos precios ya estaban siendo negociados antes de que asumiese.
Prometió asimismo regalarle a los estadounidenses “el mayor recorte de impuestos jamás” implementado.
Acostumbrado a la riqueza y a una vida fastuosa, Trump parece sentirse a gusto en la mansión ejecutiva y disfrutó cuando apretó un botón rojo y de inmediato apareció un mayordomo con una Coca Cola para el mandatario.
Es demasiado pronto para decir si la presidencia cambió a Trump. Ha dado marcha atrás en torno a una cantidad de temas en las últimas semanas, incluidas sus críticas a la OTAN y su amenaza de catalogar a China como un país que manipula su divisa. Pero dice ser flexible, lo que le permite volver a sus viejas posturas en cualquier momento.
Su estilo sique siendo el mismo de la campaña electoral.
Dispara tuits a cualquier hora de la madrugada y conmociona Washington con unas pocas palabras. Sigue obsesionado con la campaña presidencial y durante la entrevista habló varias veces acerca de lo difícil que es para un republicano ganar el Colegio Electoral.
Da la impresión de que Trump logró diluir las peleas y rivalidades entre el personal de la Casa Blanca, que se filtraron y generaron una sensación de paranoia en el círculo presidencial. Elogió en particular a su equipo de seguridad nacional y dijo que sus asesores políticos no reciben el crédito que se merecen.
“Este es un ambiente muy duro”, indicó. “Y no por culpa mía necesariamente”.