Decenas de miles de personas se movilizaron hoy al centro de Buenos Aires en una protesta convocada por la principal central de trabajadores de Argentina para repudiar el cierre de fábricas y despidos que le atribuyen a la reapertura de la economía argentina impulsada por el gobierno conservador de Mauricio Macri tras años de populismo.
La manifestación fue lanzada por la Confederación General del Trabajo (CGT), que unifica a los gremios de mayor peso del país y tuvo la adhesión del opositor partido peronista, grupos de izquierda y organizaciones sociales.
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“Si no hay rectificaciones, este consejo directivo ya tomó la decisión de hacer un paro de 24 horas antes de fin de mes”, dijo Héctor Dáer, uno de los integrantes del triunvirato que dirige la CGT, desde un palco situado frente al ministerio de Producción.
Se reportan incidentes
El dirigente no dio una fecha precisa para la primera huelga general contra Macri desde que asumió el poder a fines de 2015, lo que provocó indignación entre grupos de manifestantes. Al final del acto se produjo una gresca entre los custodios de los líderes sindicales y personas que les gritaban “traidores”.
Estos incidentes opacaron la multitudinaria movilización y pusieron en superficie las internas que dividen al movimiento sindical entre quienes mantienen una posición más conciliadora con el gobierno de Macri y aquellos que exigen acciones concretas para torcer el rumbo de la política económica.
“Va a haber paro, compañeros”, afirmó Dáer para calmar los ánimos. “Pero el paro tiene que ser como esta marcha, acompañado por todos los sectores de la sociedad”. Y aclaró: “no estamos de acuerdo con su política económica, no estamos de acuerdo con su política social, que los que más tienen, ganan más, y los que menos tienen son los que peor la pasan”.
Los sindicalistas alertaron sobre el impacto en el empleo y en las condiciones de vida de los sectores más vulnerables que provocó el cambio de una política económica de tinte populista que caracterizó los 12 años de kirchnerismo (2003-2015) hacia un modelo de mayor apertura y menos control del Estado sobre el mercado.
“Las importaciones están liquidando la producción nacional”, advirtió Juan Carlos Scmid, otro de los líderes de la CGT. “Cada vez se hace más difícil llegar a fin de mes. La inflación está controlada y está bajando, sí, pero a costillas del pueblo trabajador”.
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Según cifras oficiales, el 2016 cerró con un desempleo de 8.5 % y una pobreza de 32.2 %.
Al reclamo también se sumaron representantes de pequeñas y medianas empresas, las cuales han sufrido el mayor impacto por caída del consumo, aumento de tarifas de servicios públicos y una brusca reapertura de importaciones. Por ejemplo, la industria del calzado denunció que en los primeros dos meses de 2017 las importaciones aumentaron 62% en comparación con mismo el periodo de 2016.
La industria metalúrgica encabeza el ranking con 17,567 despidos y suspensiones, seguido por el sector automotriz, petróleo, electrónica y electrodomésticos y alimentos, de acuerdo a un informe del Centro de Economía y Política Argentina.
El gobierno calificó la protesta de “política” y la relacionó con el inicio de un año electoral con motivo de las elecciones legislativas de octubre. “Venimos de cinco años de estancamiento y lo que hicimos es volver a insertarnos en el mundo de manera inteligente y con máximo cuidado sobre el empleo, trabajando con los sectores sensibles”, dijo el ministro de Producción, Francisco Cabrera, en un comunicado.
“Este año vamos a crecer y no nos va a frenar ninguna marcha”, aseguró.