A punto de cumplirse 50 días de la llegada del presidente Donald Trump a la Casa Blanca, California se ha erigido como uno de los principales focos de resistencia a las medidas del mandatario mostrando su oposición tanto por la vía política como con protestas en las calles. En el estado más poblado de Estados Unidos (casi 40 millones de personas) la gran mayoría votó demócrata en las últimas elecciones presidenciales (8.8 millones apostaron por Hillary Clinton frente a 4.5 millones que dieron su confianza al republicano Trump), una primera muestra de que, en general, los californianos no comulgan con las ideas del magnate en temas como la migración o el cambio climático. Esta semana se supo que Xavier Becerra, fiscal general de California y rotundo opositor a Trump, abrirá una oficina en Washington para dar batalla en terreno federal. “Las decisiones que van a afectar a California se van a llevar a cabo en Washington, y creo que es importante que mi oficina tenga una presencia aquí”, dijo el fiscal al diario Los Ángeles Times, en una de las numerosas declaraciones de las autoridades californianas en contra de Trump en las últimas semanas. A finales de enero, el gobernador de California, el demócrata Jerry Brown, marcó el tono de resistencia en su discurso anual sobre la situación del estado. “Que no quede ninguna duda: defenderemos a todos, a cada hombre, mujer y niño, que haya venido a California a buscar aun vida mejor y haya contribuido a la prosperidad de nuestro estado”, dijo Brown al subrayar que los inmigrantes son “una parte integral” de lo que es la entidad. Según el censo de 2015, casi cuatro de cada diez californianos son de origen hispano, por lo que las controvertidas medidas migratorias de Trump son un tema de máxima preocupación en el estado. La oposición al muro entre Estados Unidos y México, el rechazo al polémico veto migratorio a países de mayoría musulmana, o las críticas a las redadas que el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) en las últimas semanas predominan en la actualidad política de California. La migración no es el único punto de choque con Trump, ya que los representantes políticos de California también se preparan ante una eventual ofensiva federal contra la lucha frente al cambio climático, la Ley de Cuidado Asequible de la Salud (ACA) o la legalización de la marihuana. El congresista demócrata de California Jimmy Gómez comentó que no le sorprendió el rechazo a Trump en su territorio: “Creo que la respuesta de California ha sido exactamente la que se podría esperar cuando te enfrentas a un asalto a nuestros valores”. Gómez aseguró que “si hay un lado positivo” de las últimas elecciones es que las “indignantes acciones” de Trump han estimulado la participación política de personas que, en otras ocasiones, se quedaban al margen. “Los californianos son ahora más conscientes que nunca de que votar importa y de que lo que pasa en Washington nos afecta localmente. A largo plazo, soy todavía optimista”, afirmó. La resistencia contra Trump en California no llegó solo desde los círculos políticos, puesto que los ciudadanos, llamados por organizaciones de diverso signo, se echaron a la calle de manera masiva en varias ocasiones. La más multitudinaria fue la “Marcha de las Mujeres”, que en Los Ángeles reunió a cientos de miles de personas un día después de la investidura de Trump, aunque también se han dado otras protestas en los aeropuertos o en defensa de los inmigrantes. “California está mostrando lo que es: liderazgo verdadero alrededor de la defensa, honra y protección de su población inmigrante”, dijo a Efe Jorge-Mario Cabrera, director de comunicaciones de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA). En su opinión, California es un ejemplo de que “se pueden lograr cambios paulatinos” si la comunidad migrante “sigue peleando por sus derechos y sigue avanzando en su participación cívica”, aunque estas transformaciones requieran tiempo puesto que no se dan “de la noche a la mañana”. En ese sentido, Cabrera abogó por continuar educando a los inmigrantes sobre sus derechos constitucionales frente al “caos, confusión y sufrimiento” que está patrocinando la administración Trump. Con una realidad social muy diferente a la de los estados en los que triunfó el mensaje de Trump y con sus dos industrias más icónicas, Hollywood y Silicon Valley, enfrentadas al presidente, algunas voces en California llaman a la secesión con el movimiento conocido popularmente como “Calexit” (un juego de palabras con el “Brexit”, la salida británica de la Unión Europea). Los defensores de esta campaña, que subrayan que California es la sexta economía del mundo, confían en llevar a cabo en 2019 un referéndum acerca de su independencia o continuidad en Estados Unidos.
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