El pastor Fred Morris miró hacia sus feligreses el domingo en momentos en que circulaba la noticia de que las autoridades estaban deteniendo a inmigrantes sin papeles en cumplimiento de la promesa que hizo el presidente Donald Trump durante la campaña electoral.
Los fieles no sonreían como de costumbre en las misas dominicales. Miraban al piso. Muchos directamente no fueron a misa.
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“Hay mucho miedo. Es más palpable. Se esparce. La gente está aterrorizada”, dijo Morris, cuya iglesia de la congregación United Methodist se encuentra en un barrio mayormente hispano de Los Ángeles. “Estaban sentados, sin hablar del miedo”.
Desde hace días que el temor y la confusión se han apoderado de las comunidades de inmigrantes sin permiso de residencia tras correrse la voz de que agentes federales estaban deteniendo a cientos de inmigrantes en todo el país. No estaba claro el alcance de esa campaña.
Defensores de los inmigrantes sin autorización y abogados de inmigración se afanaban por frenar el pánico y organizar seminarios y campañas a través de las redes sociales para informarle a la gente de sus derechos.
El Servicio de Control de Inmigración y Aduanas dijo que las detenciones eran de “rutina” y seguían los lineamientos que hubo durante el gobierno de Barack Obama de buscar a las personas con antecedentes penales o varias infracciones a las leyes de inmigración.
Trump se ufanó de la campaña en Twitter.
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“Las medidas contra delincuentes ilegales cumplen mi promesa hecha durante la campaña” electoral, escribió el mandatario. “Estamos expulsando a pandilleros, traficantes de drogas y otros”.
Las redadas abarcaron a casi 200 personas en las dos Carolinas y Georgia, más de 150 en Los Ángeles y unas 40 en Nueva York, según confirmó el servicio de inmigración, conocido por sus siglas en inglés, ICE. Entre los detenidos figuraron un pandillero salvadoreño y un traficante de drogas brasileño, indicaron las autoridades.
Hace una década, las autoridades de inmigración que buscaban individuos específicos a menudo detenían a las personas que estaban con él, en una práctica que fue muy cuestionada por los defensores de los inmigrantes sin papeles. Bajo el gobierno de Obama, las autoridades se enfocaron casi exclusivamente en las personas que representaban un peligro.
Trump firmó una orden ejecutiva a pocos días de asumir la presidencia en la que dejó en claro que casi todo extranjero que no tiene permiso de residencia podría ser detenido.
Los activistas mencionan el caso de Manuel Mosqueda, un pintor de casas de 50 años, como un ejemplo de los agentes del ICE están yendo mucho más allá.
La semana pasada agentes del ICE se presentaron en la casa de Mosqueda en los suburbios de Los Ángeles buscando a otra persona. Al enterarse de que Mosqueda no tenía permiso de residencia, lo subieron a un bus y lo mandaron de vuelta a México.
Karla Navarrete, abogada de la organización de activistas CHIRLA, dijo que trató de impedir que Mosqueda fuese subido al bus, pero que gente del ICE le dijo que las cosas habían cambiado. Agregó que otro abogado acudió a los tribunales y consiguió que un juez frenase la orden de deportación. Mosqueda se encuentra ahora detenido en una cárcel del sur de California, esperando que se defina su futuro.
En Virginia, agentes que fueron a un departamento en busca de una persona detuvieron a todos los que se encontraban en el lugar, con excepción de una mujer que tenía un bebé en sus brazos, según Simón Sandoval-Moshenberg, director legal de la rama del norte de Virginia de la organización defensora de los inmigrantes sin papeles Legal Aid Justice Center.
“Esto es lo que está pasando: alguien golpea la puerta, preguntan por una persona y la gente se asusta”, dijo Tessie Borden, activista de Los Ángeles. “Detienen a todos y dicen ‘más adelante aclaramos las cosas’. Pero aclarar las cosas puede querer decir que se separan familias y se interrumpen los sistemas de apoyo de esta gente”.
Para los partidarios de las políticas inmigratorias de Trump, las detenciones son una buena noticia.
“Lo más importante es dejar saber que se están haciendo cumplir de nuevo las leyes de inmigración”, opinó Mark Krikorian, director ejecutivo del Center for Immigration Studies, grupo de estudios a favor de mayores controles de la inmigración.
Defensores de los in migrantes dicen que muchos de ellos tienen miedo de enviar sus hijos a la escuela y de ir a la iglesia, al trabajo o a un hospital. Se propagan rumores que meten miedo mucho más rápido que la verdad de lo que está sucediendo.
“Cuando un hombre blanco camina con un tablero en la mano, todo el mundo se encierra en su departamento y traba la puerta”, afirmó Sandoval-Moshenberg.
Un caso que generó mucho miedo fue el de Guadalupe García de Rayos, quien tiene dos hijos y que hace casi diez años se declaró culpable de haber usado una identificación falsa para conseguir un trabajo en la limpieza. El gobierno decidió no deportarla. Pero el miércoles pasado se presentó en una oficina del ICE en Phoenix en cumplimiento de las condiciones de su libertad bajo palabra y fue deportada a México.
En Baltimore, otra inmigrante de México dice que tiene miedo de dejar salir a sus hijos a la calle cuando vuelven de la escuela. Considera incluso ceder la custodia de sus hijos, quienes son ciudadanos estadounidenses, en caso de que a ella la deporten. Dice que se siente indefensa.
Adriana habló con la Associated Press a través de un intérprete a condición de que no fuese usado su apellido en vista de que no tiene permiso de residencia. Vive en Baltimore desde hacer 12 años. Dicta cursos de arte mexicano en una organización sin fines de lucro, cuida niños y paga sus impuestos.
En la misa del domingo, Morris distribuyó folletos con información sobre los derechos civiles de las personas: No abran la puerta a nadie si no tienen una orden de un juez. No hablen. No firmen nada.
El pastor organizó una cadena de llamadas telefónicas. Si se entera de que hay una redada en su comunidad, llamará a cinco personas, estas a otras cinco. Todas se presentarán frente al edificio y gritarán: “Que se vaya el ICE”.
“Nuestra única arma”, dijo, “es la solidaridad”.